Abuso del don de profecía

Jesús prometió a sus apóstoles que cuando descendiera el Espíritu Santo, recibirían Poder para ser testigos de aquel suceso (Hechos 1:2-5). Esto trajo en conjunto, la unción y los dones espirituales, cumpliendo la promesa en la fiesta de pentecostés (Hechos 2:4).

“Y estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas” (Marcos 16:17)

Se puede definir al don espiritual, como un atributo especial que el Espíritu Santo da a cada miembro del cuerpo de Cristo, según la gracia de Yahweh, para que este pueda ser usado en servicio de Él. Los dones, no son la meta para el cristiano sino los medios; las herramientas para el crecimiento de la Iglesia.

El don de profecía es la especial capacidad que Dios da a ciertos miembros del cuerpo de Cristo, de recibir y comunicar un mensaje inmediato de Dios a su pueblo, por medio de una declaración divinamente ungida. Algunas ocasiones, la profecía puede intervenir cuando se trata de designar a alguien para un ministerio. Es uno de los dones más edificantes para transmitir (hablar) un mensaje del cual puede ser para edificación, exhortación y consolación (1 Corintios 14:3). Pero es aquí donde se ha de tener mucho cuidado, ya que el mensajero puede mezclar la voz genuina de Dios con la de él, por error; o incluso con la de satanás.

Se puede abusar de este don, cuando la persona desarrolla el hábito continuo de decir: “Dios me dijo o me dijo que te dijera.” Se puede abusar de igual manera con la mala interpretación de los sueños. La profecía, se debe evaluar a la luz de la escritura para corroborar que todo está dentro del orden y los parámetros bíblicos y espirituales.

“Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.” (                                                                                                                                                            1:8)