El decreto de Adolfo Hitler, el exterminio de los judíos

El Holocausto Judío, fue un genocidio ocurrido durante el régimen de Adolf Hitler en Alemania.

En 1919 escribió un documento donde decretaba el exterminio o genocidio de los judíos del territorio alemán. A partir de 1934 comenzó a despojarlos de sus derechos como ciudadanos y como seres humanos; ante esto, muchos tuvieron que huir temerosos por sus vidas.

Esta acción está relacionada con la desobediencia de Israel, en consecuencia, Dios lo entregó a sus enemigos. Uno de los primeros resultados de dicho castigo fue que algunos judíos escaparan.

“Y Yahweh te esparcirá por todos los pueblos, desde un extremo de la tierra hasta el otro; y allí servirás a otros dioses, de madera y de piedra, que ni tu ni tus padres conocías. Y entre aquellas naciones no descansarás, ni la planta de tu pie tendrá reposo; por el contrario, allí te dará Yahweh corazón trémulo, ojos que desfallecen de añoranza y un alma que languidece”. Deuteronomio 28:64-65.

En 1941, se crearon en Polonia tres campos de concentración para la ejecución del plan, donde se llevaron a cabo los primeros exterminios. En enero de 1942 aproximadamente 310 mil judíos alemanes fueron deportados a campos de concentración. Al llegar, las familias completas eran enviadas directamente a las cámaras de gas.

“Y haré pasar esa tercera parte por el fuego, y los refinaré como se refina la plata, y los probaré como se prueba el oro. Ellos invocarán mi nombre, y yo les responderé; diré: ellos son mi pueblo, y ellos dirán: Yahweh es mi Dios”. Zacarías 13:9.

En 1944 fueron exterminados 400,000 húngaros judíos y en pocos días más 24 mil personas fueron quemadas vivas o muertas en hogueras al aire libre, por falta de capacidad de las cámaras que se encontraban llenas de prisioneros. En el capítulo 102, del libro de Salmos, describe lo que sucedió en los campos de concentración donde fueron asesinados.

“Porque se consumen mis días en humo, y mis huesos arden como fogón”. “Por la voz de mi gemido mis huesos se han pegado a mi carne”. Salmo 102:3 y 5.

Las cenizas de los cuerpos incinerados salían a través de las chimeneas de los campos, cayendo al suelo. A veces se obligaba a los presos a que respiraran, e incluso saborearan, los restos calcinados de sus compañeros.

“Porque he comido cenizas por pan, y he mezclado mi bebida con el llanto”. Salmo 102:9.

Sin embargo, el pueblo de Israel será completamente salvo en el momento en el que dejen de ignorar el ministerio del Mesías “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, no sea que presumáis de sabios: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, según está escrito: “Vendrá de Sion el Libertador, y apartará de Jacob la impiedad”. Romanos 11:25-26.