“En ciertos siglos, la oscuridad espiritual es tan intensa que el testimonio de la Verdad Evangélica parece haber quedado casi apagado. Existieron en estas épocas muchas almas sinceras que conocían sin duda a Cristo como a su Salvador personal; le adoraban con sinceridad y gemían por la corrupción de los pseudo-cristianos de su siglo”. – Vila, Samuel, El Cristianismo Evangélico a través de los siglos, p. 9.