“Matar a un cristiano era bueno”; joven musulmán

Ibrahim, es un joven de 20 años de edad, nacido en el núcleo de una familia musulmana, al cual, desde pequeño le inculcaron que asesinar a cristianos no solo era bueno, sino que además, era una forma de obtener un “boleto” directo al cielo.

Redacción, Veracidad News

Hoy en día es común escuchar y leer noticias acerca de la persecución a los cristianos en todo el mundo, pero, ¿Qué sucede con las personas que realizan esta acción?, es decir, hostigar y acosar a la gente solo por su religión.

Ibrahim, es un joven de 20 años de edad, nacido en el núcleo de una familia musulmana, al cual, desde pequeño le inculcaron que asesinar a cristianos no solo era bueno, sino que además, era una forma de obtener un “boleto” directo al cielo.

Sin embargo, no conforme con esa creencia, el joven comenzó a investigar y en secreto asistía a una iglesia local. Finalmente, entendió que Jesús era realmente su “pase” a la salvación.

Señaló que el día que entregó su vida a Yeshúa recordó lo que sus padres le habían enseñado sobre el cristianismo y sabía que se enfadarían mucho. Desde niño, su padre le había advertido que si alguna vez se convertía al cristianismo, él mismo lo mataría.

“Sabía que mi conversión causaría vergüenza a la familia y, al descubrirlo, su reacción sería siempre la de intentar matarme. Por ello no me atreví a contarles nada, porque sabía que sus amenazas no serían solo verbales, sino que intentarían matarme de verdad”, comenta.

Por ese motivo mantuvo todo en secreto, y cuando iba a la iglesia les decía a sus padres que acudía a un partido de fútbol, incluso cuando la temporada había finalizado. No fue necesario mucho tiempo para que sus progenitores descubrieran la mentira, y se percataran de lo que en realidad estaba sucediendo.

“Mi padre dijo que otros le habían contado que yo estaba asistiendo a la iglesia pero que antes de tomar medidas consultaría con sus fuentes. Sabía que tenía que huir. No me llevé nada, solo lo puesto”.

Afortunadamente encontró asilo con un hermano de la iglesia, pero siete meses después fue hallado por un pariente, que relato lo sucedido a su padre. “Me acusó de traicionar a la familia y de avergonzarlos. Tuve que huir de nuevo. Otra vez, no tenía nada más que lo puesto”.

Fue entonces cuando conoció a alguien de Puertas Abiertas que buscó un lugar donde podía quedarse. “Actualmente sigo escondido, pues mis hermanos me siguen buscando para matarme al igual que al hermano de la iglesia que me protegió”.