¿Qué es el voto útil? – Veracidad News

Se denomina voto útil o voto estratégico a una modalidad de decidir el voto ciudadano en función del eventual resultado de las elecciones, es decir votar por el candidato que va arriba de las encuestas.

Por ello, el voto útil pretende dar, en mayor o menor medida, un respaldo a una de las opciones más cercanas para bloquear a un candidato en específico, aunque éste no sea la primera opción del electorado.

La expresión «voto útil» se utilizó por primera vez en 1988, cuando la oposición exigió a Heberto Castillo declinar a favor de Cuauhtémoc Cárdenas, ante la fundación del Partido de la Revolución Democrática (PRD), y contender en las elecciones presidenciales de 1994, quien perdió contra Ernesto Zedillo tras la complicidad de los medios de comunicación y la fuerza del PRI de la década.

La distancia que existe entre el voto útil y el voto ideológico es similar a la que establecía Max Weber entre la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción.

Weber alertaba que nadie puede prescribir si hay que obrar conforme a una u otra, y que en ocasiones ambas pueden concurrir para formar al hombre de vocación política. Simplemente, añadía, que la ética de la responsabilidad ordena tener en cuenta las consecuencias previsibles de la propia acción.

En general el voto estratégico surge cuando ya se ha conformado el mapa electoral y los ciudadanos tienen información proveniente de las encuestas de opinión que le permiten conocer cuál es la dirección que toman las preferencias de los electores. Este tipo de voto se activa sobre todo cuando se asiste a elecciones muy disputadas, de trascendencia histórica, y donde existe relativa incertidumbre sobre los resultados. Se ignora a priori quien puede ganar por lo que cada voto tiene un valor decisivo. En cierto modo, se puede entender que el llamado al voto útil es consecuencia de un fracaso previo que ha impedido conformar una alianza electoral lo suficientemente amplia para alcanzar un bipartidismo absoluto. Por consiguiente es comprensible que desde los partidos que aparecen como mayoritarios se trate de convencer a los votantes de los partidos minoritarios -que no quisieron aliarse- de que no desperdicien su voto beneficiando indirectamente a las peores opciones. Los votantes de los partidos que no tienen opciones de gobernar o de alcanzar suficiente densidad en una circunscripción electoral, son tentados a usar estratégicamente su voto para fortalecer la alternativa menos mala.

Naturalmente, no todos los electores tienen disposición a comportarse estratégicamente. La decisión depende de los conocimientos que tenga sobre las implicaciones de su voto y el grado de compromiso ideológico que lo vincula con una determinada opción partidaria.

Pero, podría afirmarse que en las nuevas democracias de audiencia, se verifica la presencia de un caudal cada vez mayor de voto estratégico debido al “fin de las ideologías” y/o a la fragmentación y debilidad de los partidos políticos.