¿Cómo detectar sordera en menores?

La sordera, también conocida como hipoacusia, es la alteración sensorial más frecuente del ser humano.

La pérdida de audición en los bebés puede suponer un retraso importante en su desarrollo cognitivo, ya que entre otras cosas dificulta la adquisición del lenguaje. Pero esta circunstancia no sólo afecta al habla, también condiciona otras áreas de su desarrollo social y emocional, como las relaciones con su entorno más próximo o la sensación de aislamiento que experimentan algunos niños con algún grado de sordera.

Para los padres detectar la existencia de alteraciones en la audición del bebé no es una tarea sencilla ya que las pérdidas auditivas no se manifiestan de forma evidente durante los primeros años de desarrollo infantil.

¿Cómo saber si el bebé tiene problemas auditivos?

En la actualidad, se puede someter a todos los bebés recién nacidos a una prueba, conocida como screening o cribado auditivo neonatal, antes de recibir el alta en el hospital para comprobar que el bebé escucha perfectamente al nacer. Si el bebé no pasa la prueba se le realizan más hasta obtener un diagnóstico más preciso.

Es importante conocer las señales de alerta que permiten detectar la existencia de posibles pérdidas auditivas en la infancia.

En la mayoría de las ocasiones suelen ser los padres los primeros en sospechar que el bebé no oye bien. Por ejemplo, no gira la cabeza cuando le hablan, o no comprende instrucciones sencillas a medida que el bebé se va haciendo mayor. Según la Comisión para la Detección Precoz de la Hipoacusia en recién nacidos (CODEPEH) y la Fundación Widex Audiología, centro que ha desarrollado el primer audífono específico para bebés, algunas señales de alerta son:

  1. El bebé no reacciona o no se sobresalta ante sonidos fuertes. Por ejemplo, ante la caída de un objeto pesado al suelo, el sonido de una puerta que se cierra de golpe…
  2. El bebé no emite ningún sonido o no gira la cabeza hacia sus familiares cuando le hablan.
  3. El bebé deja de balbucear o los balbuceos pasan a ser gritos de alta frecuencia entre 6 – 8 meses.
  4. El bebé o niño pequeño no responde a órdenes sencillas, no conoce su nombre, no presta atención cuando le leemos un cuento o no consigue hacer frases de dos palabras.
  5. Al crecer es incapaz de mantener una conversación sencilla, no sabe contar lo que pasa o no consigue cantar o tararear.
  6. Evita el contacto social y quizá se comporta de un modo agresivo. Esto puede indicar frustración por parte del niño debido a todos los malentendidos causados por la pérdida auditiva.
  7. El niño se sienta cerca de la televisión, sube el volumen o pregunta frecuentemente ¿qué? cuando alguien le habla o si no responde cuando se le llama.

En caso de que él bebé o el niño presente más de una de estás señales debe acudir con un especialista, así le brinden un diagnóstico y un tratamiento oportuno.