Grupo juvenil israelí es ejemplo de inclusión para todo el mundo

Krembo Wings cubre bajo sus alas a niños que no pueden formar parte de otras organizaciones en Israel. Tiene unos 6.000 miembros, de entre 7 y 21 años de edad.

ABIGAIL KLEIN LEICHMAN

Una madre soltera en Ashkelon llevó un día a su hija a la sede de Krembo Wings, un excepcional movimiento juvenil para niños con necesidades especiales manejado por adolescentes. Pero a diferencia de otros padres, no se fue después de dejarla.

“Le pregunté, ‘¿por qué se quedó? Vaya a tomar café con sus amigas’”, dijo Merav Boaz, vicepresidenta de la organización.

“Mi hija tiene 11 años y nunca he estado apartada de ella”, le dijo la mujer a Boaz. “Ya ni recuerdo lo que yo hacía antes. Todas mis amigas se han ido y no entienden por lo que estoy pasando. Estoy sola”.

Boaz la presentó a una madre de Ashdod, ciudad cercana, que pasaba por una situación similar. Las dos, y las niñas, se hicieron amigas. Ahora las madres pasan varias horas juntas una vez a la semana mientras las niñas van a sus respectivos programas en la organización.

Fundado en 2002, Krembo Wings es el único movimiento juvenil en Israel para niños y adolescentes con y sin discapacidades. (Krembo es el nombre de una de las golosinas más populares en el país).

En un país donde las organizaciones juveniles son parte vital de la sociedad, la organización ofrece una solución para quienes, de otra forma, no podrían ser parte de este tipo de grupos. Y los padres, además de tener una estructura social segura para sus hijos, tienen unas cuantas horas de alivio cada semana para cultivar amistades, como la madre de Ashkelon.

Existen en la actualidad 63 sedes de Krembo Wings en el país, con unos 6.000 miembros de 7 a 21 años de todo tipo de diversas capas culturales, religiosas y socioeconómicas. Dos tercios son consejeros –cada niño tiene dos– que visten el mismo uniforme y pagan la misma cuota de membresía que los niños que cuidan.

“Krembo Wings lo forman dos tipos de miembros: niños con necesidades especiales y consejeros”, señala Boaz. “Ellos son los que hacen que todo funcione”.

Los consejeros pueden tener de 12 años en adelante, y un 25% de ellos también tiene algún tipo de discapacidad. Reciben formación, supervisión y orientación como en cualquier otro movimiento juvenil, pero la responsabilidad que asumen es enorme. Cada sede está dirigida por un consejero de entre 16 y 18 años con experiencia.

El año pasado año los directores fueron invitados por las Naciones Unidas para hablar sobre la organización, que recibirá pronto el estatus de consultor oficial en el Consejo Económico y Social de la ONU y se sumará a una docena de otras ONGs israelíes que asesoran a países miembros.

“Krembo Wings es algo totalmente único en el mundo”, dijo Boaz. “Hemos recibido delegaciones de organizaciones sociales y educativas de muchos países –como Corea, China, Estados Unidos, Polonia, Rusia y Alemania– que quieren saber lo que hacemos”.

Fundado por una adolescente

Como era de esperarse, Krembo Wings fue fundada por una adolescente, Adi Altschuler, que tenía a la sazón 16 años. Cuatro años antes empezó a trabajar de voluntaria con Kfir Kobi, un preescolar con parálisis cerebral que asistía a ILAN, una organización para niños con discapacidades. Le partió el alma ver que el niño tenía pocas oportunidades de relacionarse con otros.

Así que al cumplir 16, se integró a LEAD, entidad sin ánimo de lucro que ayuda a los adolescentes a que planeen, pongan en marcha y manejen proyectos comunitarios, y lanzó el proyecto precursor de Krembo Wings. Tuvo la colaboración de la madre de Kfir, Claudia.

En 2009, Altschuler y la organización recibieron el Premio Presidencial de Voluntariado. En 2014, fue incluida en una lista de seis futuros líderes mundiales de la revista TIME.

Aunque Altschuler se fue de Krembo Wings desde hace cinco años “para extender sus alas en otras iniciativas sociales”, como dijo Boaz, la organización ha seguido creciendo. Su presupuesto anual, de 6,2 millones de dólares, viene de donaciones, cuotas de los miembros, aportes de ministerios y de las alcaldías donde hay sedes de ella.

“Ninguno de sus fundadores pensó que sería algo tan grande, profundo y fructífero. No podían ni imaginar que tendría una influencia tan grande en los consejeros también”, dijo Boaz.

Tom, consejero en la filial de Kiryat Shmona, al norte del país, dijo que no todas las cosas que aprende en el colegio serán importantes para su vida.

“En los seminarios y jornadas de formación de Krembo Wings aprendo las cosas que me ayudan a manejar mi vida ahora mismo como adolescente. Cada día aprendo muchísimo en el entrenamiento, en las actividades de la sede y con mi fantástico compañero. Lo que aprendo aquí son las ‘cosas reales’ que permanecerán conmigo para el resto de mi vida”, dijo.