Así es la montaña de los siete colores de Perú

Los autobuses llegan cuando el sol comienza a elevarse sobre los Andes peruanos.

Tres horas de viaje desde el centro de Cusco hasta el pueblo de Pitumarca, valen la pena cuando observas picos nevados y valles dorados donde pastan llamas y alpacas. Pero, este no es tu destino final. En realidad, es aquí donde inicia el viaje para conocer la famosa “montaña de los siete colores”.

Desde hace dos años, el paisaje surrealista que ofrece Vinicunca atrae a cientos de viajeros que, sin importar el frío y la altitud (cinco mil 45 metros sobre el nivel del mar), suben hasta la cima para contemplar un inmenso “arco iris” de piedras y minerales, que se asentó hace millones de años y que por el movimiento de las placas tectónicas se elevó hasta convertirse en una montaña, con franjas de color fucsia, turquesa, lavanda y verde.

La expedición

El ascenso a Vinicunca se puede hacer de dos maneras: caminando cuesta arriba por más de tres horas o a caballo.

Este último servicio es el más recomendable, si no tienes buena condición física o padeces de hipertensión y problemas respiratorios.

Los pobladores de las comunidades indígenas que habitan en las faldas de la montaña son los guías que llevan a los turistas hacia la cima.

Ellos mismos cuentan que la montaña forma parte de la ruta de trekking hacia el nevado de Ausangate, la quinta cumbre más alta de Perú. Sin embargo, por el cambio climático, la nieve que cubría a Vinicunca desapareció y dejó al descubierto las vetas.

También hablan sobre los minerales que las conforman. Por ejemplo, las rosas son una mezcla de arcilla roja con fango; las moradas tienen calcio y silicatos; y las blanquecinas son un cúmulo de arena de cuarzo y piedra caliza.  

En la cumbre

Ochenta metros antes de conquistar la cima, los viajeros que subieron a caballo deben descender y continuar a pie, pues el suelo es arenoso y los animales podrían resbalar y caer al vacío.

Ya arriba, los guías ofrecen frutas, agua y hojitas de coca para evitar o contrarrestar los síntomas del mal de montaña, como dolor de cabeza, mareo y taquicardia.

Observar el contraste de colores con el cielo despejado es la única actividad que se puede hacer cuando se ataca la cumbre. Después de hora y media de contemplación, inicia el descenso.

Antes de regresar a Cusco, se hace una comida en la base de la montaña. Hay tiempo libre para comprar souvenirs andinos elaborados con lana de alpaca, como ponchos y chullos, los famosos gorros con orejeras.

Cusco realiza viajes de un día a Vinicunca, por 35 dólares por persona. Incluye transportación local, desayuno y comida, guía y cilindro de oxígeno portátil para el mal de montaña.

Tómalo en cuenta

Los viajes se pueden suspender entre enero y marzo, debido a las fuertes lluvias. Se recomienda reservar el recorrido con un día de anticipación, ya sea en línea o en las agencias de viajes que hay en la plaza principal de Cusco.

El Universal