Chicharito como ejemplo de la disparidad en Manchester United

Los anacronismos se vuelven cada vez más jóvenes. Javier Hernández solo tiene 29 años, pero cuando retorne al Manchester United por primera vez el próximo domingo, será un juvenil atavismo, un hombre con olor a una era más antigua de Old Trafford.

La sorprendente contratación de West Ham fue un jugador muy identificado con el United en su período, los últimos años de la era de Sir Alex Ferguson. Él se incorporó apenas en 2010, pero United ya no contrata delanteros de £6.9 millones – eso solo alcanza para comprar el 9.2 % de Romelu Lukaku – ni los compra del Guadalajara.

Hernández llegó en un momento en que United se complacía por la oscuridad comparativa de sus incorporaciones. En ese entonces ellos se abstenían de todas las primeras figuras o de los jugadores que tuvieran una cotización elevada. Y ahora se deleitan con la noción de que el mercado de transferencias ofrece una forma de negocio del espectáculo.

Hernández fue parte de la era de austeridad en la política de contrataciones del United. Con los 20 goles de su temporada de debut, él contribuyó a justificar esa política. Un club de Manchester buscaba grandes nombres y gastaba mucho dinero, y no era el United.

Ferguson buscaba gangas, seguía a jugadores con potencial, real o imaginario, y optaba por el camino menos obvio en el mercado de transferencias.

Desde el verano de 2009, cuando United recibió una cifra de £80 millones, que fue récord mundial, por la venta de Cristiano Ronaldo, las últimas 20 contrataciones de Ferguson fueron Antonio Valencia, Michael Owen, Gabriel Obertan, Mame Biram Diouf, Marnijk Vermijl, Chris Smalling, Hernández, Bebe, Anders Lindegaard, Phil Jones, Ashley Young, David de Gea, Frederic Veseli, Nick Powell, Shinji Kagawa, Ángelo Henríquez, Robin van Persie, Alexander Buttner y Wilfried Zaha.

Esa lista incluye a ex Galácticos, como Owen, un talento que se convertiría en uno de los mejores guardametas del mundo, o De Gea, un catalizador para títulos gloriosos, o Van Persie, un sobreviviente adaptable, o Valencia, y a un ramillete de otros buenos jugadores. También incluye a suplentes y tipos raros, hombres que no se adaptaron al United y que ahora se encuentran en Empoli (Veseli), Eibar (Bebe), Wigan (Powell), Vitesse Arnhem (Buttner), Levski Sofia (Obertan), Dinamo Zagreb (Henríquez) y Preston (Vermijl). O, también, un jugador cuyo último club fue el Preston (Lindegaard).

Todos fueron promocionados en exceso, pero Hernández subió rápidamente a la cima. Llegó como un jugador con antecedentes, que rápidamente aceleraría hasta alcanzar mayor preeminencia en la Copa del Mundo 2010, y tenía considerable atractivo comercial en la diáspora mexicana, pero no era una elección lógica para un club que había estado en dos de las anteriores tres finales de la Champions League.

Él legitimó el movimiento al lateral izquierdo. Es difícil imaginar al United moderno pasar por alto a goleadores más prestigiosos para dar prioridad al emergente Hernández.