El propósito de las aceitunas según la Biblia

Redacción, Veracidad News

Las olivas, mejor conocidas como aceitunas, son los frutos de los cuales se obtiene el aceite.

Como la mayoría de las frutas y verduras, tiene beneficios en la salud, entre los que destacan la prevención de enfermedades cardiacas y del aparato circulatorio, debido al aporte elevado de grasas insaturadas que regulan los niveles de colesterol.

Son una fuente de hierro y contienen vitaminas A y C que ayudan a mejorar las defensas. La piel de la aceituna ayuda a curar quemaduras, aplicándola a modo de crema sobre las mismas. Además, tienen un alto contenido en fibra que ayuda a regular el sistema intestinal.

El mineral más destacado en este fruto es el sodio, debido al proceso de salazón al que se somete para que pueda ser comestible. Éste, ayuda a mantener el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula, relacionado con la actividad nerviosa y muscular y también con la presión sanguínea.

En menor medida, también contiene calcio (básico para huesos y dientes), por lo que resulta un buen refuerzo contra la anemia.

De las aceitunas, los olivos y el aceite existen alrededor de 300 referencias en la Biblia. La recolección se realizaba a mano, vareando o sacudiendo las ramas; “Porque así será en medio de la tierra, entre los pueblos: como cuando se sacude un olivo, como los rebuscos cuando se acaba la vendimia”. Isaías 24:13.

Después de dicha labor, las que no se habían caído del árbol serían para los menesterosos; “Cuando sacudas tus olivos, no recorrerás las ramas después; serán para el peregrino, el huérfano y la viuda”. Deuteronomio 24:20.

En el Nuevo Testamento, el apóstol Santiago menciona estos frutos para hablar acerca de la coherencia en las personas; “De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura lo dulce y lo amargo?. Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Tampoco el agua salada puede producir agua dulce. Jacobo 3:10-12.