Los masoretas y el legado de las Escrituras

Deuteronomio 11:19 Las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas, ya sea sentado en tu casa, o andando por el camino, al acostarte y al levantarte.

Yahweh en su infinita sabiduría nos manda a que atesoremos su Palabra, por ello ha permitido que siglo tras siglo existan hombres comprometidos con ella, para que llegue a nuestras manos lo más auténtico posible y un ejemplo de esto es un grupo de rabinos judíos que trabajaron entre los siglos V y X d.C, en guardar la forma exacta y la correcta pronunciación de la biblia hebrea, estos copiaron letra tras letra, frase tras frase, oración tras oración y libro tras libro de las Escrituras, ellos hicieron copias fidedignas de las Escrituras Sagradas desde que tuvieron en sus manos los manuscritos originales de la Palabra. Se creyó que la tradición era suficiente para asegurar una lectura normal, pero a medida que el pueblo judío se acostumbraba en el seno de las naciones a donde habían sido dispersados, se corría el riesgo de que se fuera perdiendo la pronunciación exacta de las palabras. Para fijar esta pronunciación los masoretas inventaron los puntos de vocalización, estos (puntos o pequeños trazos) se situaron sobre o debajo de las consonantes, sin perturbar la integridad del texto tradicional, estos también agregaron las vocales, finalmente, inventaron un peculiar sistema de acentos, destinados a conservar, los matices en la lectura del texto, de tono y sentimiento, así como el ritmo apropiado para la lectura de la Biblia hebrea. Estos hombres dedicados a transcribir la palabra y a cumplir con lo que dice Deuteronomio 4:2 Nada añadiréis a la palabra que yo os mando ni de ella quitaréis, para que guardéis los mandamientos de Yahweh vuestro Dios que yo os ordeno. Al esforzarse en transmitir la correcta Palabra de Dios.