Lupita González, del ring de boxeo a la élite de la marcha

Lupita González se acercó al deporte en el ring, como boxeadora de peso paja, pero se ha hecho grande en una disciplina muy diferente, la marcha, donde tras la plata olímpica de Rio 2016, este domingo ha ganado el mismo metal en el Mundial de Londres 2017.

En 2015, en los Juegos Panamericanos en Toronto, su imagen dio la vuelta al mundo cuando, deshidratada y agotada, sufrió un colapso al cruzar la meta.

Antes había ido sufriendo en el último kilómetro. Se desplomó y permaneció un tiempo inmóvil, con sus constantes detenidas, lo que hizo dispararse todas las alarmas, aunque pudo ir recuperándose, para alivio de los que empezaban a temerse lo peor.

Como aquella tarde canadiense, la marchista de Ciudad de México siempre ha sabido ponerse en pie después de cada golpe en el mentón que le ha ido dando el destino, hasta poder colgarse las platas de Rio el año pasado y la del Mundial londinense en esta ocasión.

Como boxeadora apuntaba buenas maneras y llegó a una final del torneo Guantes de Oro, pero tuvo problemas para subir de peso y seguir su evolución en el ring. Fue su gran desengaño con el boxeo el motivo principal de que decidiera cambiar de deporte.

En el atletismo, todavía con los ecos de los éxitos de Ana Guevara, Lupita empezó en los 400 metros, como su ídolo. También corrió 800 metros y 5.000 metros.

Cuando intentaba encontrar su lugar en el atletismo, se lesionó los meniscos y tuvo que guardar reposo. Los médicos le dijeron entonces que no podría volver a practicar deporte de competición.

Se hundió anímicamente, pero otro experto le dijo que podría ir probando poco a poco.