Tener una buena salud es una de las claves para llevar una vida plena, además poner atención en los detalles es importante para conocer exactamente las distintas enfermedades o distinguir una circunstancia sanitaria de otra.
El corazón merece una atención especial para conocer las complicaciones que puede sufrir. Aunque en ocasiones el infarto y el paro cardíaco se entienden como sinónimos, tienen diferencias considerables entre sí.
Estas irregularidades cardíacas son dos de los más grandes riesgos a los que se enfrenta un corazón, puesto que sus repercusiones pasan de graves secuelas en el afectado al fallecimiento.
El factor principal que diferencia a estos padecimientos es el tiempo. El paro cardíaco es prácticamente súbito, afecta rápidamente al funcionamiento del corazón y provoca la pérdida de conocimiento de quien lo padece; en tanto que el infarto conlleva dolores agudos durante horas y generalmente no hay pérdida de conciencia.
A pesar de que supone un grave riesgo sanitario, la tasa de supervivencia a un infarto suele ser más elevada que la de un paro cardíaco. Ahora bien, detectar los síntomas y pedir ayuda médica lo más pronto posible es importante, debido a que se puede provocar la muerte del músculo cardíaco y desembocar en un paro cardíaco.
Los dos padecimientos se asemejan en que son trastornos muy peligrosos para el bienestar cardíaco y en que se pueden prevenir con base en conciencia diaria. Si bien en caso de un infarto muy grave puede producirse la parada y pérdida de conciencia, el paro cardíaco es prácticamente fulminante.
No obstante, la prevención y una vida con hábitos saludables y ejercicio contribuyen al fortalecimiento cardíaco y a hacer menos probable que se produzcan percances en su funcionamiento.