¿Qué le hice a la vida para que me separen de mi papá?: Niño migrante

Desde hace dos meses y medio, Brayan permanece separado de su familia, en el centro “Board of Child Care”, en Baltimore, Maryland. El menor de 11 años perdió a su madre en septiembre de 2016, cuando fue asesinada en Villanueva, Cortés, en Honduras, de donde son originarios.

En abril de 2018, José Bartolo Cáceres, padre de Brayan, decidió buscar un mejor futuro en Estados Unidos y unirse junto a su familia a la caravana de migrantescentroamericanos que cruzaron México para llegar al país del norte.

Cáceres, su pareja Nubia George, el hijo de ambos (de 4 años), y Brayan emprendieron el viaje sin imaginar el destino que les esperaba.

Al llegar a Estados Unidos a principios de mayo, la familia se entregó a las autoridades para pedir asilo humanitario, pero nada fue como planeaban.

José Bartolo fue obligado a firmar unos documentos cuyo contenido desconocía, afirma su madre, la señora Rosa Cáceres; se trataba de la deportación.

El hondureño fue separado de su familia, y pese a que pidió a las autoridades le permitieran ver a su hijo, le fue negado. Fue trasladado al Otay Mesa Detention Center, en San Diego, en donde permaneció durante veinte días. Finalmente el 23 de mayo fue deportado a Honduras.

Su hijo Brayan quedó bajo custodia del gobierno estadounidense en Maryland.

Una trabajadora social recomendó a José Bartolo que firmara una carta de designación para el cuidado de Brayan a su madre Rosa Cáceres, quien vive en Kissimmee, Orlando desde hace diez años.

El 8 de mayo la mujer recibió una llamada telefónica en la que un oficial de inmigración le informaban que tenían detenido a su hijo.

Rosa sabía que ninguno de sus hijos se encontraba en Estados Unidos, por lo que no comprendía a que se refería el agente.

Posteriormente éste le comentó que se trataba de un niño de aproximadamente diez u once años, quien había entrado solo al país y decía ser su familiar.

Finalmente Rosa se percató de que podría tratarse de su nieto Brayan Samir, información que fue corroborada por el oficial.

Desde entonces no ha cesado de luchar para que le entreguen al niño, realizando todo tipo de gestiones y cambios en su modo de vida para ajustarse a las exigencias del gobierno estadounidense.

Pese a que tuvo que mandar pedir las actas de nacimiento desde Honduras y validarlas en Estados Unidos, e incluso tuvo que cambiarse de casa, Brayan continúa en el centro de migrantes.

En una de las pocas llamas a las que tiene derecho el niño, cuestionó a su abuela qué es lo que había hecho en la vida para merecer primero la muerte de su madre y ahora la separación de su padre. La afligida mujer no tuvo respuesta.

Este es solo uno de los múltiples casos de separación de familias que viven los centroamericanos que intentaron pedir asilo en Estados Unidos en los últimos meses.

Padres fueron deportados a sus países de origen y sus hijos quedaron en el país norteamericano.

Desde hace 14 días, Rosa fue informada de que su nieto le sería entregado nueve días después de la visita, pero Brayan continúa recluido.