Tres de cada 10 suicidas en México son menores de 30 años

En México cada vez más jóvenes se suicidan y la solución a este problema no está únicamente en crear programas de prevención, sino en trabajar con los niños para evitar que al llegar a la adolescencia, o cuando sean adultos, presenten conductas suicidas, consideró Verónica Alcalá, académica de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

“Desde la década de los años 1990, la tasa de suicidio ha ido en ascenso. 30 por ciento de las personas que se suicidan en el país tienen entre 15 y 29 años de edad”, refirió.

La universitaria enfatizó que la adolescencia “no es la mejor etapa para tratar el suicidio, pues muchos jóvenes no están en disposición de aceptar lo que un adulto les diga; están precisamente en el momento de criticar e ir en contra de una figura de autoridad; están construyendo su identidad con base a las relaciones con los demás”.

En cambio, “si trabajamos con los niños en la primaria es factible crear mentes más positivas y con mayores recursos sociales. En este proceso es indispensable que los papás sean conscientes de su papel en la crianza de los hijos, y los maestros de su rol como formadores de pequeños mentalmente más sanos”, sugirió.

En esta línea pidió a padres y tutores, así como a los Adultos que traten con niños “hay que ser más empáticos, eliminar conductas agresivas, principalmente en las aulas, y dotar a los padres de mejores herramientas. No podemos esperar un programa para evitar los suicidios entre los jóvenes, sería sólo un remedio; lo ideal son actividades preventivas en la etapa de desarrollo”, aclaró.

La psicóloga universitaria subrayó que el suicidio está asociado a “depresión; consumo de drogas; padecimientos crónico-degenerativos o graves, como cáncer o sida, y a afecciones mentales, como el trastorno bipolar y la esquizofrenia.

“Es decir, el suicidio no es una enfermedad, es un signo de que algo no ha estado bien desde hace mucho tiempo”, remarcó la experta.

Esta conducta autodestructiva se presenta frecuentemente en los jóvenes. “Cuando caen en situaciones de riesgo es porque su red social está endeble: tienen pocos amigos, se aíslan, o tienen amistades que presentan comportamientos riesgosos y ellos tienden a imitarlos”, explicó.

Es necesario advertir cambios radicales de carácter, comportamientos extraños, la irritabilidad, mal humor, poca empatía o sensibilidad hacia los demás, indiferencia y pensamientos recurrentes en la muerte y aislamiento.

De igual manera identificar actitud de poca tolerancia; ir en contra de las reglas, de las imposiciones y de la autoridad; variaciones en los horarios de sueño, en la forma de comer, en el peso y en el arreglo personal, aburrimiento, trabajo para concentrarse y poner atención y baja en su rendimiento escolar.

Las estrategias de afrontamiento y conductas resilientes que se construyan desde la infancia, aunadas al buen ejemplo de padres y maestros, ayudarán a evitar este problema, concluyó.

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