“Soy ciego y me gano el pan pidiendo caridad”

La última vez que vio la luz del día fue a los 40 años, él es Roberto Pech Campos, quién es ciego y vive de la caridad.

Casi al final de la calle 16, ubicada en la región 96; se puede observar en una esquina a don Roberto, desde las seis de la mañana comienza con la labor que ha adoptado con su principal fuente de ingresos “pedir limosna”.

Esta actividad la práctica hace poco más de una década ya que su condición como invidente no le permite ganarse el pan de otra manera.

Hoy en día tiene 63 años, y de acuerdo con él aún recuerda como si hubiera sido ayer el accidente automovilístico que le arrebató la vista.

“Ya llevó así 23 años, el golpe de la frente eso causó mi ceguera, no perdí la vista al instante porqué me operaron. A los 40 fue cuando la perdí, a los 40 años. Tantas operaciones que me hicieron ya no se pudo hacer nada”, dijo con mucha menlancolía.

El señor Pech es originario de Motul  Yucatán,  llegó a esta ciudad con ayuda de sus familiares quienes poco a poco se fueron distanciando, en Cancún tiene sólo tiene a Julio su  hermano menor, mencionó que por un tiempo vivieron juntos pero a causa de distintas diferencias se fue de su hogar y hasta la fecha no se dirigen la palabra.

También confesó que por ahora no cuenta con un hogar fijo para vivir, aunque anteriormente rentaba cuartos, ahora pasa las noches frías y solitarias sobre una sucia colchoneta debajo de unas viejas escaleras del edificio 1416 situado en Infonavit.

Asimismo, resaltó estar muy agradecido con todos los habitantes que le han brindado ayuda,  en especial con Lizbeth Rodríguez quien durante 10 años  lo ha apoyado comprándole alimentos y bebidas.

Por otro lado, algunos vecinos quienes decidieron permanecer en anonimato declararon que Don Roberto ha sufrido en repetidas ocasiones abusos, generalmente robos, estos a causa de vendedores ambulantes, e incluso de las mismas personas que dicen “ayudarle”.

El hombre de cabellos blancos, pies hinchados y rodillas adoloridas mencionó tener esperanza de poder ingresar al Hogar de los Ancianos en la fundación Ciudad de la Alegría, aunque aún no hay espacio para él esperará pacientemente. Otra desventaja que le impide ingresar es que no cuenta con una identificación oficial y tampoco un acta de nacimiento; tramitar ambos documentos es una situación complicada ya que no tiene contacto con su familia.

“ Pues la esperanza siempre la tengo y no las pierdo no se me olvida que tengo esperanza y por la esperanza es porque estoy luchando. Hasta que Dios me diga se acabó tu tiempo en la tierra, pues ya”, comentó el anciano.

Aseguró que su condición no es un impedimento para disfrutar lo que le resta de vida. Más allá  de anhelar recuperar la vista,  pide a la población ser agradecidos por todo lo que poseen, y sobre todo tener conciencia a la hora de conducir, ya que los accidentes sino te quitan la vida de marcan el resto de ella.

Con imágenes de Daniel Rodríguez e información de Yajahira Valtierra, Veracidad News.