¿Cómo obtenemos los frutos del Espíritu Santo?

Los frutos del Espíritu se describen en Gálatas 5:22-23: “Más el fruto del Espíritu Santo es amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley”.

La Biblia dice claramente que cada uno recibe al Espíritu Santo en el momento en que cree en Jesucristo (Romanos 8:9; 1 Corintios 12:13; Efesios 1:13-14). Uno de los principales propósitos del Espíritu Santo al entrar en la vida de un cristiano, es el de cambiar esa vida. Es la obra del Espíritu Santo conformarnos a la imagen de Cristo, haciéndonos más parecidos a Él.

El fruto del Espíritu es lo opuesto al pecado y el egoísmo. El fruto del Espíritu es la vida de Cristo, es naturaleza divina. Es la nueva y agradable vida que se vuelve parte de nuestra naturaleza cuando, en obediencia al Espíritu, nos purificamos y morimos al pecado. El fruto del Espíritu es el resultado de andar en el Espíritu. (Gálatas 5:16-26)

Pero, ¿Cómo obtenemos el fruto del Espíritu?

“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.” Juan 12:24.

Para que este trigo o fruto crezca, algo debe de morir. Pero cuando muere, la nueva vida comienza obtenemos más y más de los frutos del Espíritu cuando mediante la obediencia al Señor llevamos nuestra naturaleza pecaminosa a la muerte.

Por ejemplo, la bondad es uno de los frutos del Espíritu. Nosotros queremos mostrar bondad a nuestra familia, amigos y a todos aquellos que conocemos a lo largo de nuestro camino; pero suele pasar que algo no sale como habíamos pensado, o alguien dice algo de cierta manera, en nosotros se manifiesta lo opuesto a la bondad. Algo desagradable quiere manifestarse, esto es nuestra naturaleza pecaminosa o “carne” ¡que necesita morir, para obtener el precioso fruto de la bondad!

Por lo tanto, debemos hacer morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría.  Por estas cosas viene el castigo de Dios, ( Colosenses 3:5-7).

Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes, (Colosenses 3:12-13).

Con información de Yajahira Valtierra, Veracidad News.