Cuando mencionamos la palabra cielo, siempre es como si fuese algo único, cuando realmente la biblia dice otra cosa. Son muchos los pasajes bíblicos donde aparece la palabra plural “cielos”. Entonces, ¿existen uno o varios cielos?
La palabra cielo significa expansión (Génesis 1:8), y su origen proviene de las aguas que cubrían la tierra, la cual Dios separó en dos partes, una arriba y otra abajo (Génesis 1:7), en donde la inferior fue reunida y recibió por nombre, mares y la superior, cielos (Génesis 1:9-10).
El primer cielo. Aquí está la atmósfera, que es una capa de aire que rodea la tierra, y en esta atmósfera se pasean las aves. Es aquel que nuestros ojos pueden ver desde la tierra a simple vista o con un telescopio. Es el lugar donde el mundo, planetas, estrellas, soles, galaxias y constelaciones habitan.
El segundo cielo. Es conocido igual como regiones celestes (Efesios 6:12). Es el lugar de operación del enemigo. Cuando lucifer fue expulsado junto con otros ángeles caídos en rebeldía y se transformó en el diablo, enemigo de Dios y representante del mal; se le dio un lugar de habitación debajo del tercer cielo como un recordatorio de que siempre sería un enemigo derrotado bajo la autoridad suprema de Dios. Estos seres espirituales tienen su base de operaciones desde este lugar.
El tercer cielo. Es el lugar donde está el trono de Dios con sus ángeles. En ese lugar Yeshúa está sentado a la diestra del Padre. La iglesia, que está compuesta por aquellas personas que creyeron en Él y lo aceptaron como su único salvador, reinaran de igual manera.
“Oye, pues, Palabra de Yahweh: Yo vi a Yahweh sentado en su trono, y todo el ejercito de los cielos estaba junto a él, a su derecha y a su izquierda.” (1 Reyes 22:19)
Comprender la diferencia entre los tres cielos enriquece nuestra vida espiritual, antes estábamos bajo el gobierno del segundo cielo (enemigo), ahora por fe residimos en el tercer cielo y por consecuencia vivir una vida victoria y segura de que, si el Señor viniera por nosotros esta noche, nos sentaríamos a su diestra de igual manera.
“Y cual la superminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales.” (Efesios 1:19)
