Feminismo y equidad de género ¿es lo mismo?

La equidad de género hace referencia a que tanto los hombres como las mujeres, tienen los mismos derechos humanos.

Redacción, Veracidad News

La equidad de género hace referencia a que tanto los hombres como las mujeres, tienen los mismos derechos humanos, pudiendo contribuir con el desarrollo nacional, político, económico, social y cultural.

Sin embargo, en la búsqueda de esta igualdad se ha caído en un movimiento denominado “feminismo”, el cual exige la igualdad de derechos de las mujeres frente a los hombres. La palabra proviene del latín fémina, que significa ‘mujer’, y se compone con el sufijo -ismo, que denota ‘doctrina’ o ‘movimiento’.

Las feministas repiten una y otra vez que Dios se ha manifestado como “machista” y que así se ha mantenido a lo largo de toda la Biblia, pero, ¿Qué dicen realmente las Escrituras de este tema?.

En el libro de Gálatas, capítulo 3, versículo 28, describe que tanto hombres como mujeres son iguales ante los ojos de Dios; “No hay judío ni griego, esclavo ni libre, varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”.

Este movimiento también hace alusión a que la mujer fue relegada a un estatus de segunda clase; sin embargo, el Señor dice en Génesis 1:27: “Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó”.

Ambos son de igual valor pero conforme a su diseño tienen roles diferentes, por ejemplo, en el hogar, el papel del hombre es proveer y ser cabeza; “Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, siendo el mismo el salvador del cuerpo”. Efesios 5:23.

Por su parte, la mujer es la encargada de dar a luz a los hijos; “Pero se salvará engendrando hijos, si permanece en fe, amor y santidad, con cordura”. 1 Timoteo 2:15.

También tienen diferentes papeles en la iglesia; los varones son los ancianos, obispos, etc.

Las mujeres tienen un papel de igual importancia pero más sutil, apoyar, civilizar, traer la paz y la tranquilidad.

Jesús mira al interior de la persona, de manera que ya no hay diferencia entre hombre y mujer. Cualquier norma que se use para juzgar a una mujer, vale lo mismo para los hombres.

Así lo demostró en el incidente de la mujer adúltera “Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. Juan 8:7.

Y es que si se quiere condenar a alguna mujer, se ha de condenar lo mismo al hombre que estaba con ella, porque ante los ojos de Dios, todos somos iguales.