Los enemigos de Israel se rearman

Con el involucramiento de Turquía en la guerra de Siria, el conflicto ha entrado en una nueva fase. El nuevo actor hace que las mociones militares y diplomáticas en el frente sean más complejas, y contribuye a que los acontecimientos en el Cercano Oriente sean aún más opacos. Este cambio de escenario es un desafío para Israel porque lo obliga a repreguntarse cómo influirá sobre la relación entre Rusia, Irán y Siria.

Moscú y Teherán protegen al hombre fuerte de Damasco, Bashar al Asad. Por otro lado, representantes del establishment iraní y el Hezbolá, apoyado por los persas, parecen haberse asentado en suelo sirio con intenciones de quedarse. Israel se siente amenazada por la presencia de la organización islamista chiita en los Altos del Golán, la meseta donde confluyen sus fronteras con Jordania, Líbano y Siria.

Desafíos diplomáticos

Tel Aviv se mantiene en contacto con Rusia con la esperanza de poder controlar la situación apelando a la diplomacia. Combatientes del Hezbolá citados por la revista online Al-Monitor parecen estar convencidos de que las reglas del juego han cambiado en Siria. Y el estamento militar israelí comparte esa impresión. Irán no sólo busca respaldar a Al Asad, sino diseñar el futuro de Siria en función de sus propios intereses.

“Siria está en camino de ser convertida en un protectorado ruso-iraní”, le comentaba recientemente un empleado del Ministerio de Defensa israelí al think tank International Crisis Group. Se teme que Irán termine erigiendo bases aéreas y navales en Siria, que ataque tanto la costa de Israel como sus reservas de gas en el mar Mediterráneo y que le suministre más armas al Hezbolá de las que ya ha adquirido al combatir en Siria.

Guerra sin tabúes

El Ejército israelí dice haber orquestado más de cien ataques aéreos contra depósitos y convoyes de armas pertenecientes al Hezbolá. Para impedir que la milicia chiita reciba más armamento, Israel ha dialogado con Rusia, pero Moscú sólo parece prestarle medio oído. “Nosotros estamos considerando los intereses de Israel, pero es imposible tomar en serio sus argumentos”, le dijo un diplomático ruso al International Crisis Group.

El líder del Hezbolá, Hassan Nasrallah, ha dicho en el pasado que para su organización no hay tabúes; es decir, que si fuera declarada una guerra con Israel, el Hezbolá no dudaría en atacar el Centro de Investigación Nuclear del Néguev, la instalación atómica israelí situada a diez kilómetros de la ciudad de Dimona, o el tanque de amoníaco cerca de Haifa. Israel, por su parte, asegura que no se limitaría a combatir al Hezbolá.

Si estallara una guerra, Israel clasificaría a todo el territorio libanés como una comarca hostil.