Siria: “Es en realidad el fracaso de la comunidad internacional”

Guta Oriental era una espinita clavada del Ejército sirio, uno de los últimos bastiones de los rebeldes y además ante las puertas de Damasco. ¿Le saldrán las cuentas a al Assad al ocupar la ciudad y expulsar a los civiles?

Kristin Helberg: Lo que sucede en Guta Oriental también se ha podido observar los años pasados en otros lugares. El régimen sirio reconquista militarmente las zonas controladas por la oposición, porque originariamente fueron centros de sublevación pacífica y luego ocupados por diversos grupos de rebeldes. En la actualidad son zonas de distensión, que deberían llamarse en realidad zonas de recrudecimiento, porque el presidente al Assad quiere tenerlas bajo control. Los métodos empleados son siempre los mismos: los bloquea, los deja morir de hambre, los bombardea permanentemente para despojar a la población de sus medios de subsistencia y obligarlos a renunciar. Se trata de someter o expulsar a la gente. No se trata de una guerra contra terroristas, sino un castigo colectivo a la población, que está en contra del régimen de al Assad o no ha hecho nada contra los rebeldes.

Turquía debe en realidad proteger la zona de distensión en torno al bastión de los rebeldes en Idlib, pero parece permitir al régimen actuar a sus anchas a cambio de poder hacer lo mismo en Afrín contra los kurdos.

Todos los garantes que deben en realidad llevar a cabo la distensión en ciertas zonas, Rusia, Irán y Turquía, han fracasado, porque son al mismo tiempo potencias intervencionistas, que persiguen sus propios intereses militares en Siria.

Turquía tiene otra prioridad que proteger la zona de distensión, quiere aniquilar o, por lo menos, debilitar militarmente a las Unidades de Protección Popular, YPG. Para ello, el presidente turco está dispuesto a ceder al régimen de al Assad la región de Idlib, donde ya se inició una ofensiva por tierra. Más de 200.000 personas han huido, algunos por segunda o tercera vez. Al final, Idlib tendrá el mismo destino que Homs, el este de Alepo, Guta Oriental y otras regiones. Al Assad limpia el país políticamente: los seguidores pueden quedarse, los detractores deben abandonar el país. Él mismo habla de “sociedad más homogénea y saludable”.

Si todo esto se podía haber previsto, ¿por qué ninguna potencia ha reaccionado para ayudar a la gente? ¿O no se ha tratado nunca de apoyar un cambio de régimen en Siria?

Los detractores de al Assad, activistas, rebeldes, opositores, no han recibido nunca el apoyo necesario para derrocar el régimen. Sobre todo, la resistencia civil se siente por eso abandonada por occidente. El problema en Siria es que todos se inmiscuyen, pero nadie ayuda a la población civil. Ninguna potencia militar en Siria se ocupa de proteger a los ciudadanos. Todos persiguen sus propios intereses. Es en realidad el fracaso de la comunidad internacional. Rusia e Irán apoyan militarmente, diplomáticamente y económicamente el régimen de al Assad. Con su ayuda, este puede reconquistar regiones y dominar el país.