La demencia es un síndrome caracterizado por el deterioro de la función cognitiva, es decir, la capacidad para procesar el pensamiento.
Afecta a la memoria, la orientación, comprensión, cálculo, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio. Es causada por diversas enfermedades y lesiones que afectan al cerebro de forma primaria o secundaria, como el Alzheimer o los accidentes cerebrovasculares.
Los signos y síntomas relacionados con la demencia se dividen en tres etapas.
- Temprana: A menudo pasa desapercibida, ya que el inicio es paulatino. Los síntomas más comunes incluyen tendencia al olvido, pérdida de la noción del tiempo y desubicación espacial, incluso en lugares conocidos.
- Intermedia: Las personas afectadas empiezan a olvidar acontecimientos recientes, así como los nombres de otros individuos; se encuentran desubicadas en su propio hogar; tienen cada vez más dificultades para comunicarse y empiezan a necesitar ayuda con el aseo y cuidado personal.
- Tardía: En la última etapa de la enfermedad, la dependencia y la inactividad son casi totales. Las alteraciones de la memoria son graves y los síntomas físicos se hacen más evidentes.
El Alzheimer es la forma más común de demencia; se calcula que representa entre un 60 y un 70% de los casos. Otras formas frecuentes son la demencia vascular, la demencia por cuerpos de Lewy (agregados anormales de proteínas en el interior de las células nerviosas) y un grupo de enfermedades que pueden contribuir a la demencia frontotemporal (degeneración del lóbulo frontal del cerebro).
No hay ningún tratamiento que pueda curarla o revertir su evolución progresiva. Existen numerosos tratamientos nuevos que se están investigando y se encuentran en diversas etapas de los ensayos clínicos. Sí existen, en cambio, numerosas intervenciones que se pueden ofrecer para apoyar y mejorar la vida de las personas con demencia y sus cuidadores y familias.