“El miedo es el estado más intenso en el que pueden entrar tu mente y cuerpo, y sólo tiene una meta: tu supervivencia”, según Wulf Haubensak, investigador del Research Institute of Molecular Pathology (IMP), Viena.
Redacción, Veracidad News
La Biblia dice: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”, pero las situaciones que vivimos diariamente generan emociones diferentes, que traen consigo reacciones en nuestro cuerpo.
Según Wulf Haubensak, investigador del Research Institute of Molecular Pathology (IMP), Viena “el miedo es el estado más intenso en el que pueden entrar tu mente y cuerpo, y sólo tiene una meta: tu supervivencia”
De alguna forma el cuerpo tiende a paralizarse y bloquearse, al volverse un poco más rígido, pero también enciende el instintito de supervivencia, por lo que ante la misma situación algunas personas tienden a actuar de forma heroica.
A nivel psicológico, el miedo también tiene consecuencias, el estrés, la sensación de agobio, pérdida de autoestima, vulnerabilidad, que desencadena una culpabilidad y trastorno del sueño.
Sabiendo que es un sentimiento natural y lógico ante las circunstancias, ¿ha notado las reacciones que tiene el cuerpo?.
Algunas de estas que se presenta físicamente, según la información de University of Rochester Medical Center son:
Sudoración, debido a que el hipotálamo, envía impulsos nerviosos por todo el sistema.
Taquicardia, es una reacción en la frecuencia cardiaca, porque al sentir miedo se produce adrenalina, la cual al circular por tu organismo y llega al corazón
Aumento de respiración. Cuando el cuerpo se prepara para “huir” de situaciones que generan miedo, el sistema respiratorio aumenta la entrada de oxígeno al organismo, para así proporcionar energía para correr o pelear.
Aunque, como ya lo mencionamos los efectos físicos del miedo son una reacción natural en la búsqueda de la supervivencia, en situaciones normales, sugieren que se puede tener el control de ellos a través de prácticas como la grafoterapia o la meditación, pero no olvidemos que día a día se puede aprender algo nuevo, como dice la palabra de Dios, “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”.
