La sal en las escrituras

Redacción, Veracidad News

La sal es el condimento más antiguo usado por el hombre y es que en tiempos bíblicos era usada para pagar el sueldo de los soldados romanos, debido a que no se conseguía tan fácilmente.

Se cree que de esa antigua costumbre proviene la palabra “salario”, además de que alrededor del año 2700 a.C. en China comenzó a usarse para sazonar la comida.

Se dice que la sal tiene por lo menos catorce mil usos benéficos diferentes. En cantidades adecuadas ayuda a regular el ritmo cardiaco, previene espasmos musculares, evita la osteoporosis, regula el sueño y mantiene el equilibrio de azúcar en la sangre. Sin embargo el exceso en su ingesta produce males como la hipertensión.

En las Escrituras el termino “sal” es mencionado en varias ocasiones y con diversos significados; uno de ellos está descrito en el libro de Job, capítulo 6, versículo 6 “¿Se come acaso lo insípido sin sal? En la clara del huevo ¿hay algún gusto?”.

Otra de las menciones se encuentra en el libro de Mateo 5:13, cuando Yeshúa le dice a sus discípulos “Nosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se hace insípida, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres”.

Cuando Él dice que somos la sal de la tierra, deja claro que sus discípulos tenemos la misma función que esa sal: conservarnos y guardarnos caminando en santidad para con Dios.

Cuando se ofrecían los sacrificios, se presentaban a los mejores animales o las primicias de la cosecha, lo cual habla de que al Señor se le debe ofrecer lo mejor de nuestro ser.

“Cuando acabes de purificarlo, presentarás un novillo del ganado, sin defecto, y un carnero, sin defecto, del rebaño; los presentarás delante de Yahweh, y los sacerdotes echarán sal sobre ellos, y los ofrecerán en holocausto a Yahweh”. Ezequiel 43:23-24.

El pacto de sal simboliza el compromiso de Dios de cumplir su palabra y sus promesas. Cuando Yahweh ofreció a su hijo en sacrificio para limpiar nuestros pecados, lo selló con su sangre; en tanto que la sal que preserva el nuevo pacto es el Evangelio, ya que éste es perdurable, es decir, que su palabra durará por siempre. Por lo tanto la Palabra es la sal que preserva las promesas de Yahweh.

“Sazonarás con sal toda ofrenda tuya que sea ofrenda de harina, y no permitirás que falte en tu ofrenda de harina la sal del pacto de tu Dios; con todas tus ofrendas presentarás sal”. Levítico 2:13.