En el nuevo testamento desde Mateo, hemos escuchado de los fariseos, aprendamos un poco más de ellos. Fariseo viene del arameo parash que quiere decir “separado o apartado”, era una secta que apareció a finales de la cautividad babilónica, aproximadamente en los años 586 – 537 a.C. Su propósito era preservar las tradiciones judías y la ley de Dios, también resistirse a la helenización que estaba ocurriendo a su alrededor, sus aportaciones a la cultura judía fueron influenciar al pueblo a la creación y uso de la sinagoga, y exhortar a una vida de santidad mayor. Uno de los desaciertos de los fariseos es que concedió a la ley oral la misma autoridad que a la Palabra de Dios escrita. Creían en la resurrección, y en que Dios daba recompensas en esta y en la posterior vida, sostuvieron enérgicamente la creencia en la existencia de ángeles buenos y malos, y en la esperanza de un Mesías. Eran enemigos acérrimos de Yeshúa, por su causa fueron severamente reprendidos por su avaricia, ambición, dependencia de las obras huecas y afecto de piedad para ganar popularidad.
Mateo 23:23 – ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! que diezmáis la menta, el eneldo y el comino, pero dejasteis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer sin dejar aquello.