Biografía – Viuda de Sarepta.

La viuda de Sarepta era una mujer que tenía un niño y había perdido a su marido. Vivía en la pobreza, y debido a la crisis que vivía el pais, tenía que ir recogiendo leña echada por las calles.

Ella fue a quien Dios había escogido para albergar el profeta durante unos dos años. Ella le daba de comer, como invitado cielo protegido, con fe intrépida. 

REDACCIÓN VERACIDAD CHANNEL.

(1 Reyes 17:8-9)” Luego llegó a Elías una palabra de Jehová, que decía: Levántate, vete a Sarepta de Sidón y vive allí; ahí le he dado orden a una mujer viuda que te sustente. Entonces él se levantó y se fue a Sarepta. Cuando llegó a la puerta de la ciudad, había allí una mujer viuda que estaba recogiendo leña.”

¿Quién era Elías? Un gran varón de Dios. Un hombre que retó a toda una nación de los baales, manifestando su enorme fe, estuvo en una cueva flaqueando, y Dios tuvo que tratar con él.

Sarepta de Sidón, era una nación pagana, corrupta e idólatra, lo mismo que Samaria. Y el juicio de Dios, fue que no llovería durante tres años y medio. Allí fue enviado Elías, y a causa de la sequía, el arroyo se secó y Dios le llevó a otro lugar.

La viuda de Sarepta era una mujer que tenía un niño y había perdido a su marido. Vivía en la pobreza, y debido a la crisis que vivía el pais, tenía que ir recogiendo leña echada por las calles. Cuando temporadas fueron favorables lo que ella era capaz de reunir suficiente para sus necesidades modestas, pero cuando una terrible sequía mató la cosecha que crece entonces su pobreza era más aguda.

Esta mujer era especial, modelo de misericordia, caridad, y generosidad. No era creyente en Dios, no creía en Jehová, creía en Baal y era una mujer pagana, para ella Jehová era el Dios local de los judíos, sabia que era poderoso, pero que solo tenía un poder local sobre los Israelitas. 

Ella fue a quien Dios había escogido para albergar el profeta durante unos dos años. Ella le daba de comer, como invitado cielo protegido, con fe intrépida. 

Esta mujer de gran hospitalidad, que en su disposición a compartir su boca llena de comida sólo con un desconocido cuyo rostro indicaba un cansancio producto de la fatiga y la sed, y agotamiento debido al largo viaje, no sabía que era para entretener a un ángel por sorpresa. Ella todavía tuvo el extraño, y demostró ser un tipo noble de la hospitalidad cristiana en que se ejercía desde la profundidad de su pobreza.

Poco hizo la viuda afligida darse cuenta de que la liberación estaba cerca, que no volvería a ella y su hijo sufrir los dolores del hambre que el extraño aspecto rudo que apareció en su puerta un día iba a ser su proveedor de servicios para más de un día.