Se conoce como exceso a la parte o el porcentaje que supera un límite o una medida, y a aquello que trasciende la barrera de lo permitido, lo ordinario o lo recomendado.
Redacción, Veracidad News
“No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte?”. Eclesiastés 7:16.
Se conoce como exceso a la parte o el porcentaje que supera un límite o una medida, y a aquello que trasciende la barrera de lo permitido, lo ordinario o lo recomendado.
Generalmente, se asocia el concepto con conductas que de por sí son dañinas, como el abuso de sustancias, tabaco o alcohol, el cual es mencionado en la Biblia; “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”. Efesios 5:18.
Incluso se relata en el primer libro de Corintios, capítulo 6, versículo 10: “Ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios”.
Sin embargo, existen muchos otros excesos, de elementos y situaciones que son permitidas y “sanas”, sólo que lo que produce consecuencias negativas es su alta frecuencia o intensidad. Como por ejemplo, el trabajo, la comida, el estudio, la televisión, el internet, y el uso del celular y redes sociales.
“Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día”. Lucas 21:34.
Estos excesos, son provocados por el hombre; así lo describe Santiago 1:13-14; “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.
Y es que si bien es cierto, de casi todo podemos sacar algún provecho, existe una delgada línea para caer en los excesos; “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica”. 1 Corintios 10:23.
