El nombre Daniel suele traducirse como ‘Dios es mi Juez’ o ‘Juicio de Dios’.
Uno de los aspectos que caracterizaba al profeta era su fidelidad al Señor, el cual le dio un don: “A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños”. Daniel 1:17.
Cuando el rey Nabucodonosor amenazó con destruir a todos los hombres sabios si no le decían cuál había sido su sueño y la interpretación, Daniel y sus amigos pidieron un momento para poder ir delante de Dios en oración, pidiéndole que les revelara la información.
“Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo”. Daniel 2:18. Cuando Dios respondió su oración, le agradeció y lo alabó por haberle concedido su petición.
Más tarde, nuevamente demostró su fe orándole a Dios aunque sabía que al hacerlo estaba poniendo su vida en peligro, debido a que ésta lealtad hizo que terminara dentro del pozo de los leones y sus detractores estaban seguros que él sería devorado.
“Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo. Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios”. Daniel 6:22-23.
La conducta justa de éste profeta no está limitado al libro de su autoría, sino que Dios inspiró a Ezequiel para que dijera: “Si estuviesen en medio de ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia librarían únicamente sus propias vidas, dice Jehová el Señor”. Ezequiel 14:14.
Sus profecías fueron selladas hasta el tiempo del fin. “Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará”. Daniel 12:4.