Un funcionario público de Uganda dio instrucciones a su esposa de enterrarlo con 200 millones de chelines ugandeses, equivalentes a 55.392 dólares. El dinero, según el diario Daily Monitor, sería para que él pudiese “agradar a Dios en la hora del juicio final”.
Charles Obong, de 52 años, venía sufriendo de una enfermedad y había dejado instrucciones a su esposa Margaret de depositar todo el dinero en su ataúd.
El objetivo de Obong sería poder pagar a Dios para que sus pecados fueran perdonados y fuese libre del infierno.
A pesar de que sólo le había dicho a la familia a cuáles pecados se refería, él pidió a su hermano y hermana que garantizaran que su deseo fuese cumplido por su esposa.
Enterrar a las personas con objetos de valor o dinero es una tradición étnica Langi, a la cual pertenece la familia.
El pastor ugandés Joel Agel Awio, dijo al Daily Monitor, que Dios no puede ser comprado. “El precio de la vida eterna fue pagado con la sangre de Jesús. Si desea que sus pecados sean perdonados, busque eso cuando está vivo”, explica





