Decir la palabra gracias se ha convertido en algo habitual en la vida de los seres humanos y es que desde pequeños nos enseñan a mencionarla.
De acuerdo con un estudio damos las gracias más de veinte veces al día. Las damos cara a cara, por teléfono, por correo electrónico, con un mensaje, etc. Muchas veces lo hacemos de forma automática y casi sin casi darnos cuenta.
Sin embargo, en algunas ocasiones, dar gracias al Señor puede ser más difícil para nosotros. Las Escrituras nos dicen que debemos agradecer en todo momento.
“Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios en Cristo Yeshúa para con vosotros”. 1 Tesalonicenses 5:18.
De acuerdo con un artículo, la gratitud está íntimamente relacionada con la felicidad. Quienes son agradecidos experimentan sentimientos más positivos, disfrutan de los buenos momentos, tienen mejor salud, enfrentan mejor las dificultades y forjan buenas amistades.
“Y para estar de pie cada mañana con el fin de dar gracias y alabar a Yahweh, y lo mismo al atardecer”. 1 crónicas 23:30.
Existe una gran diferencia entre dar las gracias y mostrar nuestro agradecimiento. Dar las gracias es una respuesta espontánea y automática, un convencionalismo social que por educación y por cordialidad hacemos de oficio.
Mostrar nuestro agradecimiento va mucho más allá de pronunciar la palabra: es mostrarle a la otra persona que realmente valoramos y apreciamos lo que ha hecho por nosotros o lo que nos ha dado.
“El que ofrece sacrificio de acción de gracias me glorifica; y al que ordena bien su camino le mostraré la salvación de Dios”. Salmos 50:23.
La pregunta es: ¿Cuántas veces somos capaces de mostrar de verdad gratitud? “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Yeshúa, dando agracias a Dios Padre por medio de Él”. Colosenses 3:17.
