Dios compara al hombre

El Señor ha comparado al hombre con distintas cosas, esto, con el fin de dejar claro que no podemos hacer nada sino está dentro de sus planes.

Redacción, Veracidad News

Desde tiempos bíblicos el Señor ha comparado al hombre con distintas cosas, esto, con el fin de dejar claro que no podemos hacer nada sino está dentro de sus planes.

Una de las comparaciones ha sido con los árboles, como se describe en el primer capítulo del libro de Salmos, de los versículos uno al tres; “Bienaventurado el varón que no anda en el consejo de los malvados, ni permanece en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los que se burlan, sino que en la ley de Yahweh está su deleite, y en su ley, medita de día y de noche. Será como un árbol trasplantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, cuyo follaje no se marchita; y todo lo que hace, prospera.

Así mismo, el apóstol Pablo aludió a un árbol cuando explicó que las personas debemos estar en unión con el Señor; “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Cristo, a Jesús el Señor, andad en Él; arraigados y sobreedificados en Él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias”. Colosenses 2:6-7.

Como recompensa obtendremos lo estipulado en el libro de Isaías, capítulo 65, versículo 22; “No edificarán para que otro habite ni plantarán para que otro coma, porque como los días del árbol así serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán plenamente de la obra de sus manos”.

Por otra parte, Yahweh nos compara con las ovejas, animales que no pueden valerse por sí mismos, sino que dependen del pastor. Lo mismo pasa con los seres humanos que en nuestros corazones somos ovejas: frágiles, torpes e inútiles y necesitamos la intervención de Dios para continuar.

“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban afligidas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, más los obreros pocos”. Mateo 9:36-37.

Reconociéndonos dependientes, podemos ser obedientes a la voz y a la voluntad de nuestro pastor. “Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras alamas”. 1 Pedro 2:25.

Dios nos creó con la intención de que fuéramos vasos de barro, a fin de que Cristo, fuera el tesoro en nosotros que resplandeciera desde nuestro interior. Antes de recibirlo como nuestro salvador estábamos vacíos y nuestra vida carecía de significado. Debido a que éramos vasos vacíos, sencillamente éramos de barro; no obstante, cuando abrimos nuestro corazón para recibir a Jesucristo, el vaso es llenado por primera vez.

“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. 2 Corintios 4:7.