Dios quiere que sea feliz

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Hoy en día se cree que el objetivo final de Dios es hacernos felices. ¡Ojo! El amor de Jehová si es “eterno y misericordioso” (Jeremías 31:3), pero esta no es razón para que tú relación con Él sea peor que con un asistente personal al que le pides algo y en el momento lo tiene que hacer para no provocar tu ira; “Dios quiere que yo sea feliz” ha resultado ser la mejor justificación.

 

Estos pensamientos son muy de la Nueva Era, pero recordemos que la voluntad del Creador está descrita en la Toráh; en vivir conforme dicta la escritura radica la verdadera felicidad, ¿por qué? Porque la misma te protege, no es que te restrinja, es que te informa acerca de lo que es mejor para ti.

 

Recuerda que el hombre posee un alma eterna, fue diseñado para vivir en comunión con el creador y no se satisface con la banalidad de las cosas y situaciones temporales.

 

La felicidad es un estado esencial de nuestro espíritu, y en realidad Jehová si desea que seas “bienaventurado”. La palabra bíblicamente empleada para bienaventurado es “makarios” que significa: supremamente bendecido o exageradamente feliz; esto implica “santidad”, en otras palabras apartarse para Dios.

 

“Por lo tanto, vivan como hijos obedientes de Dios. No vuelvan atrás, a su vieja manera de vivir, con el fin de satisfacer sus propios deseos. Antes lo hacían por ignorancia, pero ahora sean santos en todo lo que hagan, tal como Dios, quien los eligió, es santo. Pues las Escrituras dicen: «Sean santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:14-16), esta instrucción a la santidad a la que se refiere Pedro esta en Levítico 11:44.

 

Si tú idea de felicidad está relacionada con todo aquello que puedas ser y obtener aquí, o con placeres que comprometen tu integridad física y espiritual, ocupando el primer lugar en tus actividades y desplazando a Dios, estas caminando en sentido opuesto. La verdadera felicidad es consecuencia de “buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”, como lo dijo Jesús en Mateo 6:33.

 

La escritura dice: “No amen a este mundo ni las cosas que les ofrece, porque cuando aman al mundo no tienen el amor del Padre en ustedes. Pues el mundo solo ofrece un intenso deseo por el placer físico, un deseo insaciable por todo lo que vemos, y el orgullo de nuestros logros y posesiones. Nada de eso proviene del Padre, sino que viene del mundo; y este mundo se acaba junto con todo lo que la gente tanto desea; pero el que hace lo que a Dios le agrada vivirá para siempre” (1 Juan 2:15-17).

 

Obsérvate y considera si tú filosofía de vida es la más conveniente para agradar a Dios.