En medio de la adversidad, siempre hay esperanza.

El amor de Dios no siempre nos aleja de sufrimientos y pesares, pero es un amor que nos ayuda a superarlos.

REDACCIÓN VERACIDAD CHANNEL.

JUAN 16:33 “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”

Los problemas de familia, salud o dinero quizá sean solo algunas de las adversidades  que afrontamos. Pero aunque a veces pensemos que ya no somos capaces de resistir más, podemos superarlos, siempre con ayuda de Dios.

Pablo pasó la segunda mitad de su vida sirviendo a Cristo, pero experimentó sufrimiento constante. ¿Por qué permitió Dios que uno de sus siervos más fieles sufriera tanto? A veces, pensamos que el Señor debe proteger de adversidades a sus fieles seguidores, sin embargo, no siempre es así.

Pensamos que nosotros como creyentes de Dios no merecemos sufrir, pero desde la perspectiva del Señor, las pruebas son lo que producen “cristianos fieles”. Ya que si tuviéramos vidas fáciles sin oposición, pruebas o dolor, no conoceríamos a Dios verdaderamente, pues nunca tendríamos necesidad de Él.

JUUAN 14:27 “La paz os dejo, mi paz os doy, yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo.”

El amor de Dios no siempre nos aleja de sufrimientos y pesares, pero es un amor que nos ayuda a superarlos.

La Biblia nos muestra varios versículos de personajes que clamaban a Dios en medio de las adversidades como enfermedad o muerte;

  1. JOB 4:5 (NTV); “Sin embargo, ahora que las desgracias te acosan, te desanimas; te llenas de miedo cuando te afectan a ti.”
  2. SALMOS 22:1 (NTV); Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos cuando gimo por ayuda?
  3. SALMOS 69:1-3; Sálvame oh Dios, porque las aguas de la inundación me llegan al cuello. Me hundo cada vez más en el fango; no encuentro dónde apoyar mis pies. Estoy en aguas profundas, y el torrente me cubre. Estoy agotado de tanto gritar por ayuda; tengo la garganta reseca. Mis ojos están hinchados de tanto llorar, a la espera de la ayuda de mi Dios.