La casa de Hilel y Shamai

Pese a que ambas llegaron a tener aproximadamente 300 diferencias en sus enseñanzas e interpretaciones, la amistad reinaba entre los discípulos.

Redacción, Veracidad News

Durante el Fariseísmo, destacaron dos escuelas o casas, la de Shamai, establecida en el 46 a.C. y de Hilel, en el 32 a.C. El primero de ellos, fue un rabino impaciente y estricto en su interpretación de la Torá; mientras que Hilel, era indulgente y compasivo en sus interpretaciones.

Pese a que ambas llegaron a tener aproximadamente 300 diferencias en sus enseñanzas e interpretaciones, la amistad reinaba entre los discípulos. Fue solo en una ocasión en la que los de Shamai usaron la violencia para imponer sus creencias sobre las de Hilel.

Sin embargo, la halajá, es decir, la ley judía, está basada en la escuela de Hilel, interpretaciones que han prevalecido en el judaísmo. Esto, se dio luego de tres años de discusión cuando se escuchó una voz del cielo afirmando que, aunque las palabras de las dos escuelas eran del Dios vivo, las que deberían aplicarse serían las de Hilel.

Éste, también era conocido como “El sabio”; nació en Babilonia y se fue a vivir a Israel, en donde trabajó como leñador. Se crió en el seno de una familia humilde, lo que lo convirtió en un hombre tranquilo, bondadoso, amante de la paz y abierto a los cambios.

Se dice que estuvo a punto de morir congelado, tras permanecer escuchando una clase de Torá desde una ventana, ya que no tenía el dinero para poder entrar. Gracias a este incidente, se dejó de cobrar para tomar las clases.

Por su parte, Shamai, era un hombre con mucho carácter, firme, estricto y cerrado a cualquier posible cambio que amenazase la pureza de la fe de Israel y de la raza judía. Incluso, sus discípulos decían: “Los extranjeros son como la lepra sobre el cuerpo de Israel”.

Ambos eran conocidos por las frases que empleaban comúnmente, entre las cuales destacan, por parte de Shamai: Haz del estudio de la Torá tu primordial labor; di poco y haz mucho; recibe a toda la gente amablemente.

De Hilel, eran propias las frases: Busca la paz, ama a la gente y acércala a las enseñanzas de la Torá; nojuzgues a tu prójimo sin ponerte en su lugar; no digas que nadie sabrá tal cosa, pues al fin todo se sabe; no digas: “Estudiaré cuando tenga tiempo”, pues tal vez no lo tendrás.

Después de la destrucción del Templo de Jerusalén, el judaísmo pudo continuar gracias al rabino Yojanan Ben Zacai, discípulo de Hilel.