Martirio de Agatónica.

En Pérgamo, A principio del siglo II, fueron presentados ante el procónsul: Carpo, Papilo y Agatónica una mujer fiel, acusados de ser cristianos y desobedecer las órdenes del Emperador. Agatónica que estaba allí presente vio también la gloria del Señor que había visto Carpo, y dándose cuenta de que ello era un llamamiento del cielo levantó su voz diciendo: “Este banquete también para mí está preparado, tengo, pues, que tomar parte de este banquete glorioso”. Mas el pueblo gritaba diciendo: ¡Ten lástima de tu hijo! A lo que la bienaventurada Agatónica respondió: “Dios tiene, y puede tener lástima de él, pues Él es quien provee a todo; pero yo ¿para qué quiero quedarme aquí?” Y despojándose de su manto, ella misma fue a colocarse, arrebatada de júbilo, en la hoguera. Los que la veían no podían contener las lágrimas diciendo: Duro juicio e injustos decretos. Asida ya al poste y alcanzada por el fuego gritó por tres veces: ¡Señor, Señor, Señor ayúdame, pues en Ti he buscado mi refugio! Y así consumó su martirio y entregó el espíritu al Santo de los santos.