Ministerio Pan y Chocolate regalan amor a personas sin hogar

Desde hace 10 años, Jorge y Dennis son servidores del Ministerio Pan y Chocolate, quienes domingo a domingo hacen el mismo recorrido.

“Algunos van a albergues, otros van a dormitorios públicos y otros vamos directamente a la calle”, dice Jorge Alvarenga, servidor del Ministerio Pan y Chocolate.

Calles de la peligrosa capital salvadoreña, donde buscan gente sin hogar, sin esperanza, hambrientos de pan y de fe.

“Aquí dormimos nosotros… entre todos nos cuidamos, hasta niños duermen aquí. Hace poquito andaba un niño y se perdió uno”, comenta Sandra Hernández, una persona sin hogar.

“Es una obra que nosotros no merecemos, pero gracias a Dios y a la gente de buen corazón que nos apoya a nosotros”, indica José Isamel Galicia, persona sin hogar.

Para dar gracias por las acciones recibidas en la semana, estos hombres y mujeres en situación de calle son transportados a la iglesia. Pero antes, una parada para saciar su hambre de pan.

“El plato principal siempre es la palabra de Dios, disfrazado con un vaso de café que es para romper el hielo”, precisa Jorge Alvarenga, servidor del Ministerio Pan y Chocolate.

Levantados de la calle y alimentados, la iglesia les recibe y les habla sobre la misericordia de Dios.

“Cuando paso en esa puerta, aunque sea que somos pobres y que somos de la calle ellos nos reciben bien, nos dan la mano y nos abrazan, aunque vayamos todos sucios”, comenta Hernández.

“Bien alegre cuando predican y lo aconsejan, uno siente como que Dios le toca el corazón a uno”, precisó Galicia, persona sin hogar.

Permanecen muy atentos a la palabra y participan en alabanzas de adoración.

“Estamos juntos, ellos se sientan junto a nosotros, los vemos en la clínica de nuestra iglesia donde se les da atención personalizada también”, indica Dennis Ramos, del Ministerio Pan y Chocolate.

Obligados a vivir en las calles, con el temor del día a día, el ser invitados a la iglesia y conocer el poder de Dios es para ellos una esperanza.

“Hacer oración por todos para que Cristo nos saque de este lodo cenagoso en el cual hemos caído, encunetados y solo no podemos, sólo el Señor nos tiene que sacar de ahí”, comenta José Armando Vega, persona sin hogar.

“Hasta que le pasa un gran problema en el camino, a uno lo golpean todo, pero Dios es misericordioso que tiene misericordia para toda la gente para Dios no hay selección de personas todos somos iguales, nadie es menos ni mucho más”, comenta Galicia.

El poder de Dios y el esfuerzo de este ministerio y sus servidores ha transformado vidas como la de Emiliano.

“Dios me sacó de donde estaba, yo era indigente, cuando comencé a venir a la iglesia, los hermanos de Pan y Chocolate me traían… a esta fecha yo ya fuera finado, ya estuviera muerto”, dice Emiliano Quiteño, quien vivía en las calles.

“Tenemos pastores que se han levantado también de las calles, nos hemos encontrado también con muchos servidores de la iglesia que han optado por regresar una segunda vez, recordando que Dios es un Dios de oportunidades”, comenta el pastor José Luis Ramírez.

Al terminar el culto son llevados de regreso a sus lugares, con la palabra de Dios en su corazón, esperando regresar el siguiente domingo para fortalecer su fe.

“Yo quiero que Jesús me tome en sus brazos nuevamente y no me suelte”, indica Vega.

Fuente: http://www1.cbn.com