Personas que no leen la Biblia.

Pese a su envidiable récord, del libro más impreso y vendido en todo el mundo por las últimas cinco décadas. la realidad es que hoy en día pocos cristianos leen sus Biblias y esta práctica se le conoce como ≪analfabetismo bíblico≫.

REDACCIÓN VERACIDAD CHANNEL.

La lectura de la Biblia es un rasgo central de un auténtico cristiano, ya que, no se puede ser un creyente genuino si no se leen las Escrituras de forma personal y constante.

Pese a su envidiable récord, del libro más impreso y vendido en todo el mundo por las últimas cinco décadas. la realidad es que hoy en día pocos cristianos leen sus Biblias y esta práctica se le conoce como ≪analfabetismo bíblico≫.

Un analfabeto bíblico es alguien que conoce a rasgos generales el contenido de la Biblia, pero que no la ha leído por su propia cuenta. Es alguien que lee unos cuantos versículos bíblicos de vez en cuando, comparte pasajes de la Biblia en sus redes sociales o simplemente abre su Biblia cada vez que va a la iglesia.

LifeWay Research encuestó aproximadamente 2,500 cristianos protestantes que asistieron a la iglesia al menos una vez al mes.

Este estudio nos arroja luz sobre la importancia de fortalecer nuestra relación con Dios a través de la meditación constante en la Palabra de Dios, y sobre la poca importancia que, al parecer, muchos creyentes le dan a este aspecto central de su fe.

Los números que arrojó la encuesta mencionan que, solo el 32% de los protestantes que asistieron a la iglesia durante el periodo de la encuesta dijeron que leían la Biblia a diario. El 27%, es decir, alrededor de una cuarta parte dijo que la leían varias veces por semana. El 12% de los encuestados dijo que la leía una vez cada semana. El 11% afirmó que meditaba en las Escrituras varias veces cada mes. El 5% dijo que la leía una vez cada mes y el 12% admitió que rara vez o nunca leían la Biblia.

La lectura de la Palabra de Dios todos los días enciende los corazones de quienes la leen para desarrollar una fe personal fuerte y consistente, ya que alimenta como ninguna otra cosa el deseo de buscar y de agradar al Señor.