¿Qué es el año Shemitá?

Es bien sabido que, para la nación de Israel, cada séptimo día era denominado “el Shabat”, o día de reposo. Se les ordenó a los israelitas que lo mantuvieran separado y distintivo de los otros seis días de la semana. Era santo. En el Shabat, todo trabajo regular y toda tarea mundanal debían cesar para ser dedicado únicamente al Señor.

Pero lo que no se conoce bien es que el Shabat no era solamente un día, sino también un año. Al igual que cada séptimo día era el día de reposo, así también cada séptimo año era el año de reposo.

El año de reposo de igual manera debía ser apartado y distintivo de los seis años que lo precedían. Había de ser un año santo, un año dedicado especialmente al Señor. Durante el año de reposo no debía hacerse trabajo alguno en la tierra.

Éxodo 23:10-11: “Seis años sembrarás tu tierra y recogerás tu producto: más el séptimo año la dejarás descansar y en barbecho, para que coman los menesterosos de tu pueblo, y de lo que queda coman los animales del campo. Harás lo mismo con tu viña y con tu olivar”.

Durante el año de reposo, el pueblo de Israel debía dejar sus campos, viñedos y huertos abiertos para los pobres. En el transcurso de ese año la tierra pertenecía, en efecto, a todo el mundo.

Asimismo, lo que sucedía a la tierra durante el año de reposo era lo mismo que le pasaba a la gente el último día de ese año.

Deuteronomio 15:1-2: “Al cabo de cada siete años harás remisión. Y ésta manera de la remisión: todo acreedor hará remisión de lo que haya prestado a su prójimo; no lo exigirá de su prójimo ni de su hermano, porque se ha proclamado la remisión de Yahweh”.

“Cada séptimo año” se refiere al último día del año de reposo. Elul era el último día del año civil hebreo y el día veintinueve era el último día de Elul. Por tanto, el 29 de Elul, el último día del año de reposo, se producía una generalizada transformación en la esfera económica de la nación.

Todo aquel que tenía una deuda quedaba liberado. Y todo acreedor tenía que liberar la deuda que se le debía. Por tanto, el 29 de Elul todo el crédito era borrado y toda deuda era cancelada.

En la forma hebrea de considerar el tiempo, cada día comienza no con la mañana sino en la noche. Y como la noche arranca con la puesta de sol, cada día hebreo inicia en la puesta de sol. Por tanto, el momento en que todas las deudas habían de ser o eran canceladas era la puesta de sol del 29 de Elul.

En español, el mandato del 29 de Elul ordena que todo acreedor “otorgue una remisión”. Pero el hebreo original ordena que todo acreedor haga un “shemitá”. En hebreo se denomina el “Shemitá” del Señor.

La palabra shemitá se traduce con mayor frecuencia como “la liberación” o “la remisión”. La palabra española remisión se define como “la cancelación o reducción de una deuda o un castigo”. El Shemitá de la antigua Israel se refiere no sólo a la liberación de la tierra, sino también a la anulación de la deuda y el crédito ordenada por Yahweh y realizada a escala masiva y nacional.

Por tanto, la palabra shemitá cubre tanto el séptimo año como el último día de este año. Hay motivo para eso. Ese último día, el 29 de Elul, es el crescendo del año, su cúspide y culminación: la remisión del año de Remisión. En cierto sentido, todo acerca del año del Shemitá se desarrolla hacia ese día final, cuando todo es liberado, remitido y cancelado en un día; o más concretamente, el anochecer de este día, la última puesta de sol.

Aunque con el transcurso de los años, no todos aceptaron esos métodos. Algunos agricultores judíos que fielmente guardaron el requisito del Shemitá sin ninguna alteración y terminaron con una cosecha extra abundante al año siguiente. Independientemente de la controversia que les rodeaba, el hecho de que esos métodos fuesen ideados por rabinos revela dos cosas que demostrarán su importancia a la hora de desentrañar el misterio del Shemitá:

  1. El Shemitá tiene consecuencias que afectan concretamente el ámbito financiero y económico.
  2. Los efectos del Shemitá tienen similitudes clave con los efectos de un desplome económico y financiero.

¿Cuál fue el motivo del Shemitá en un principio? Hay varias respuestas, y todas ellas tocan el ámbito espiritual.

El Shemitá da testimonio de que la tierra y, efectivamente, el planeta tierra, le pertenece a Dios y sólo le es confiado al hombre como mayordomo. Dios es soberano. Su soberanía se extiende también a los ámbitos del dinero, las finanzas, la economía y las posesiones. Esas cosas son confiadas al cuidado del hombre pero en definitiva pertenecen a Dios.

El Shemitá declara que Dios es primero y está sobre todos los ámbitos de la vida y, por tanto, debe ser situado primero y por encima de cada ámbito. Durante el Shemitá, Israel era, en efecto, impulsado a alejarse de estos ámbitos terrenales y acercarse a lo espiritual.

El Shemitá es un recordatorio de que Dios es la fuente de todas las bendiciones, espirituales y físicas igualmente. Es un acto de sumisión y humildad. Es el reconocimiento de que todo lo bueno proviene de nuestro Señor y en última instancia no puede ser poseído, sino sólo recibido como una encomienda. Las posesiones son soltadas, las cuentas son canceladas, aquello que se ha acumulado es eliminado. El Shemitá humilla el orgullo del hombre.

Con información de Yajahira Valtierra, Veracidad News.