La fe es: “ la expectativa segura de las cosas que se esperan, la demostración evidente de realidades aunque no se contemplen” (Hebreos 11:1). Creer en Dios es eso, mostrar por medio de nuestro diario vivir su existencia y el gran poder, amor y misericordia que tiene sobre todos nosotros.
La mayoría de los cristianos del siglo primero demostraron su fe por su modo de vivir. El discípulo Santiago exhortó a todos los seguidores de Cristo Jesús: “Háganse hacedores de la palabra, y no solamente oidores”. Y añadió: “Como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Santiago 1:22; 2:26).
Esto quiere decir que la fe sin obras es una fe muerta, porque la falta de obras revela una vida que no ha sido cambiada o un corazón espiritualmente muerto. Hay muchos versículos en la Biblia que hablan de que la verdadera fe salvadora resultará en una vida transformada y que la fe se demuestra por medio de nuestras acciones. La forma como vivimos revela lo que creemos que es en él Señor.
La fe en Cristo siempre produce buenas obras. La persona que dice ser cristiana, pero que vive en desobediencia a Cristo de manera voluntaria, tiene una fe falsa o muerta. el Apóstol Pablo dijo básicamente lo mismo en 1 Corintios 6:9-10.
Nuestras obras se caracterizarán por la obediencia a el Altísimo. La fe que no se ve, llega a ser evidente por la demostración del fruto del Espíritu en nuestras vidas (Gálatas 5:22).
La fe sin obras ciertamente no existe, porque viene de una persona que no ha sido regenerado por el Todopoderoso. Profesar una fe vacía, no tiene el poder para cambiar vidas. Aquellos que dicen tener fe pero que no tienen el Espíritu, escucharán a Cristo mismo decir, “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:23).
Con información de Yajahira Valtierra, Veracidad News.
