¿Qué significan los 7 Espíritus de Dios?

Redacción, Veracidad News

En los libros de Apocalipsis e Isaías se mencionan los siete Espíritus de Dios, los cuales tienen por lo menos dos interpretaciones.

En el libro de Apocalipsis, capítulo 1, versículo 4 dice que están ante el trono de Dios; “Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono”.

En tanto que en el mismo libro, pero en el capítulo 5, versículo 6 los identifica con los siete ojos del Cordero; “Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra”.

Una de las interpretaciones de los siete espíritus de Dios, es que son un símbolo del Espíritu Santo. La Biblia menciona el número 7 en muchas ocasiones, incluso hace referencia a la perfección y el cumplimiento. Partiendo de eso, entonces los “Siete Espíritus”, no son siete diferentes espíritus de Dios, sino más bien el Espíritu Santo perfecto y completo.

Por otra parte, en el capítulo 11 del libro de Isaías, versículo 2, describe Siete Espíritus; “Y reposará sobre Él, el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová”.

Estos, aunque aparentemente son varios, hacen referencia al Señor, detallando el obrar del Espíritu Santo en sus multiformes o manifestaciones. No es que existan 7 diferentes, sino que es el mismo Espíritu Santo expresado de varias maneras.

Cada una de ellas fueron detalladas para darnos una idea de lo que Dios puede hacer en la vida de cualquier creyente cuando es impactado por su presencia y su poder. Los 7 Espíritus, llegan a nosotros cuando Jesús entra a nuestras vidas. Sin embargo, no se “activan” inmediatamente, sino que se van encendiendo en la medida que desarrollamos nuestro Espíritu, al permitir que Cristo se forme en nosotros.

“Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el Espíritu vuelva a Dios que lo dio”. Eclesiastés 12:7.