Día de muertos, una fiesta que no debe ser celebrada

El Día de Muertos es una celebración que tiene lugar los días 1 y 2 de Noviembre, en la cual se cree que los espíritus de las personas que murieron visitan a sus familiares.

Debido a ello se prepara un altar donde se ponen ofrendas con lo que le gustaba a los fallecidos como son juguetes, alimentos, cigarros, bebidas, fotografías de ellos, entre otros.

Sin embargo, esta celebración no solo no está mencionada en las Escrituras, sino que describe que las personas que ya partieron de este mundo han perdido el contacto físico y nada tienen que ver, sentir u oír de lo que sucede en esta tierra.

“Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más recompensa, porque su memoria es puesta en el olvido”. Eclesiastés 9:5.

Entre las cosas que se acostumbran dentro de este festejo se encuentran las calaveras de dulce, que llevan escrito el nombre del difunto. El pan de muerto, el cual es horneado en diferentes figuras, desde simples formas redondas hasta cráneos, adornados con figuras del mismo pan en forma de hueso y se espolvorea con azúcar.

Durante el período del 1 al 2 de noviembre las familias normalmente limpian y decoran las tumbas con coronas de flores principalmente de Cempaxúchitl, las cuales se cree atraen y guían las almas de los muertos.

En el versículo 11, capítulo 18, del libro de Deuteronomio explica que no debemos tener acercamiento con el espíritu de los muertos. “Ni sea encantador, ni quien consulte al espíritu de un muerto o al espíritu familiar ni consulte a los muertos”.

Además, de que el Señor dice que no debemos presentar ofrendas a algo o alguien “Ahora, pues, temed a Yahweh y servidle en sinceridad y fidelidad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río y en Egipto, y servid a Yahweh”. Josué 24:14.

Dios estipula que lo que debemos fomentar es la piedad “Desecha los mitos profanos y de viejas. Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera”. 1 Timoteo 4:7-8.