¡Te decimos como ayudar a tu hijo si tiene problemas de tartamudez!

La tartamudez o disfluencias son problemas del lenguaje que se caracterizan por dificultar la transmisión de mensajes al momento de hablar.

Según el Instituto Nacional de la Sordera y Otros Desórdenes de la Comunicación de Estados Unidos, la tartamudez es una de ellas, en la cual los sonidos, sílabas o palabras se repiten o prolongan, alterando el flujo normal del habla, generalmente se acompañan de pestañeos rápidos y temblor en los labios, al sentir una fuerte presión para transmitir el mensaje de manera correcta.

¿Cómo identificar los síntomas?

La principal señal es la repetición de sonidos, palabras, frases o partes de cada uno, ejemplo: “Mi-mi-mira qué bonito di-di-dibujo hice”.

  • Uso de muletillas o sonidos en medio de la oración, “salí con uh… eh… mi hermano”
  • Alargamiento fonético, “me gusta saaalir a jugaaar”
  • Pausas durante una oración o palabras, a menudo con los labios juntos
  • Tensión en la voz
  • Frustración al querer comunicarse
  • Sacudidas de la cabeza y pestañeos
  • Vergüenza al hablar

Desde los dos años de edad, un patólogo del lenguaje (especialista que se encarga de confirmar si existe o no un problema de este tipo), podrá evaluar al niño con base en su historial clínico y algunas pruebas como pedirle que repita frases, mantenga una conversación y lea en voz alta.

También es posible que deba ser atendido por un pediatra audiólogo para revisar su aparato auditivo, ya que si no escucha bien puede reflejarse en su forma de dialogar.

Aunque es muy complicado que este padecimiento desaparezca por completo, existen algunos tips que podemos seguir para tratar de disminuir el problema, los cuales han sido establecidos por la Fundación Americana de la Tartamudez:

Debemos hablarle pausadamente, dejarlo terminar lo que está diciendo y espera al menos dos segundos para responderle.

Olvidarnos de frases como “habla más lento”, “tranquilízate”, “no te pongas nervioso” porque solamente provocamos que se agrave la situación.

Hay que reducir nuestras preguntas, mejor hacer comentarios sobre lo que por su voluntad nos comparta.

Utilicemos expresiones faciales y cualquier tipo de comunicación no verbal. Así atenderá la forma con la que nos expresamos y no el contenido del mensaje.

Dediquémosle por completo una parte del día, este momento de tranquilidad y calma puede ser constructor de confianza para él, permitiéndole saber que disfrutamos de su compañía.

Toda la familia puede ayudar en el tratamiento de su problema para que sepa que entre todos le brindan su apoyo.

Lo más importante, debemos aceptar a nuestros hijos como ellos lo hacen con nosotros, independiente de la forma en la que nos expresemos.