Amós, ve y profetiza a mi pueblo Israel

Redacción, Veracidad News

Después de haber recibido las visiones, Amós se dio cuenta del deterioro estructural que sufría la sociedad, y mientras meditaba estas cosas, sintió la voz divina.

“Y Yahweh me tomó de detrás del rebaño, y me dijo Yahweh: Ve, profetiza a mi pueblo Israel”. Amós 7:15.

Por un momento pensó en negarse; sin embargo, era algo que no podía realizar: “Ha rugido el león ¿quién no temerá? Ha hablado el Señor Yahweh, ¿quién no profetizará?”. Amós 3:8.

Así fue como el ganadero de Técoa abandonó su casa, dejó sus rebaños y partió rumbo a Samaria, para anunciar lo que Dios le había revelado. Después de las acusaciones lanzadas hacia el pueblo; la gente se fue retirando molesta, y lo dejó solo en medio de la plaza. Sin embargo, regresó al día siguiente, esta vez a las calles de la ciudad, y con un mensaje más duro aún.

Durante varias semanas, continuó con sus denuncias ante la incomodidad de todas las personas. Denunció a la policía local y sus métodos violentos, a los jueces corruptos, abogados deshonestos, autoridades que aceptaban soborno, ricos con su vida fastuosa y superficial, testigos falsos, poderosos que se aprovechaban de los débiles, comerciantes inescrupulosos, vendedores inmorales, etc.

Su predicación continuo en la ciudad de Betel, en donde denunció la corrupción religiosa, y esto le costó una advertencia “Entonces Amasías dijo a Amós: Ve, vidente, huye a tierra de Judá come allá pan y allá profetiza”. Amós 7:12.

A pesar de las amenazas, siguió predicando un tiempo más, advirtiendo a los israelitas que de nada servía asistir a los templos para las celebraciones religiosas si no practicaban la justicia, la honestidad y la rectitud de vida. Fue entonces cuando recibió una última visión.

“Vi al Señor de pie sobre el altar, y Él dijo: Golpea a los capiteles de las columnas para que se estremezcan los umbrales. Rómpelos sobre la cabeza de todos, y al postrero de ellos mataré a espada: cualquiera de ellos que huya, no conseguirá fugarse; y a cualquiera de ellos que escape, no logrará escabullirse”. Amos 9:1.

Tras esto, abandonó Israel y regresó a su tierra. Una tarde, sintió los estruendos de una invasión militar; se trataba de los asirios, que habían irrumpido en Samaria, habían destruido el reino y se llevaban deportada a la población del país. Sus vaticinios finalmente se habían cumplido.