Veracidad Play – La persecución bajo Decio.

En el año 249 Decio se ciñó la púrpura imperial, Decio era sencillamente un romano de corte antiguo, y un hombre dispuesto a restaurar la vieja gloria de Roma. Por diversas razones, esa gloria parecía estar perdiendo su lustre. La economía del Imperio se encontraba en crisis y las viejas tradiciones caían cada vez en mayor desuso. Para un romano tradicional, resultaba claro que una de las razones por las que todo esto sucedía, era porque el pueblo había abandonado el culto a sus dioses.  Cuando todos adoraban, las cosas parecían marchar mucho mejor, y la gloria y el poderío de Roma eran cada vez mayores, en consecuencia, cabía pensar que lo que estaba sucediendo era que, puesto que Roma les estaba retirando culto, los dioses a su vez les estaban retirando su favor. Si todos los súbditos del imperio volvían a adorar a los dioses, posiblemente los dioses volverían a favorecer al imperio, esta fue la principal razón de la política religiosa de Decio, todo lo que se opusiera a esto, sería visto como falta de patriotismo y alta traición. El propósito del emperador no era crear mártires, sino apóstatas. Casi cincuenta años antes, Tertuliano había dicho que la sangre de los mártires era semilla, pues mientras más se le derramaba más cristianos había, por otra parte, si se lograba que algún cristiano, ante la amenaza de muerte o el dolor de la tortura, renunciase a su fe, ello constituiría una victoria en la política imperial de restaurar el paganismo. Por mandato imperial, todos tenían que sacrificar ante los dioses y quemar incienso ante la estatua del emperador, quienes así lo hicieran, obtendrían un certificado como prueba de ello, y quienes carecieran de tal certificado serían tratados como criminales, este mandato imperial tomó a los cristianos por sorpresa ya que las generaciones que se habían formado bajo el peligro constante de la persecución habían pasado, y las nuevas generaciones no estaban listas a enfrentarse al martirio.