Veracidad Play – La persecución bajo Decio.

En el año 249 inicio el imperio de Decio en Roma, cuando la economía del imperio se encontraba en crisis, Decio implanto una política imperial donde todos tenían que sacrificar ante los dioses y quemar incienso ante la estatua del emperador. Algunos cristianos corrieron a obedecer el edicto imperial tan pronto como supieron de él, otros permanecieron firmes por algún tiempo, pero cuando fueron llevados ante los tribunales ofrecieron sacrificio ante los dioses. Otros, quizá más astutos, se valieron de artimañas y del poder del oro para obtener certificados falsos sin haber sacrificado. Otros, permanecieron firmes, y se dispusieron a afrontar las torturas más crueles que sus verdugos pudieran imponerles. Ya no se trataba de una persecución esporádica y local, sino más bien sistemática y universal, como lo muestra el hecho de que se han conservado certificados comprobando sacrificios ofrecidos en los lugares más recónditos del imperio. Todo esto dio origen a una nueva dignidad en la iglesia, de los “confesores”. hasta entonces, quienes eran llevados ante los tribunales y permanecían firmes en su fe terminaban su vida en el martirio, los que sacrificaban ante los dioses eran apóstatas, pero ahora, con la nueva situación creada por el edicto de Decio, apareció un grupo de aquellos que permanecían firmes en la fe, pero cuya firmeza no llevaba a la corona del martirio. A estas personas que habían confesado la fe en medio de las torturas se les dio el título de “confesores”. La persecución de Decio no duró mucho, en el año 251 Galo sucedió a Decio, y la persecución disminuyó.