El ego en las Escrituras y en nuestra vida.

Ego, del latín, significa ‘yo’. Y se ha adoptado para designar la conciencia del individuo, entendida ésta como su capacidad para percibir la realidad.

Es la parte del ser humano que piensa, que siente, y que actúa; que es consciente de sí misma: consciente de que es distinta de los otros seres a su alrededor. Es un amor desmedido por sí mismo.

Dios estableció muy al prin­cipio de su trato con su pueblo el hecho de que sólo el Dios creador y verdadero debe tener cabida en el corazón de sus hijos. Cuando Dios le entregó los diez mandamientos a Moisés en el desierto, el primero de los diez decía: “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (ÉXODO 20:3).

Como Creador y Sustentador de toda la creación, Él es el único Dios que merece adoración y lealtad. Él es Dios celoso y no puede permitir que otro dios comparta el trono con Él. Dios sigue diciendo en ÉXODO 20:5 “No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen”. 

Ahora bien, el conflicto se ha dado porque el ego del hombre no quiere humillarse bajo el mando de otro, y compite por la posición de más alta autoridad en la vida de la persona.

Cuando Satanás llegó a Eva en el huerto de Edén, lo atractivo de su oferta era la promesa de satisfacer el deseo del ego al tomar el fruto prohibido (GÉNESIS 3:4-5). Adán y Eva habían estado satisfechos con sujetarse al mandamiento de Dios y no pensaban desviarse de Él (GÉNESIS 3:2). Pero cuando Satanás sembró la duda en Eva y le despertó el ego, su pensamiento cambió. En ese momento, el ego empezó a tomar fuerza sobre el Dios verdadero y ella tomó la decisión de ponerse a sí misma en el trono de su corazón y hacer a un lado la autoridad de Dios en su vida (GÉNESIS 3:6-7).

Otro ejemplo fue el del mismo Satanás o llamado antes Ángel de Luz, el cual, se dejó llevar por el ego al hacerse creer que era igual a Dios y por este fue echado del cielo.

Hoy en día, el ego se manifiesta de muchas maneras en nuestra vida, como, por ejemplo: el querer ser el centro de atención; el pensar siempre en sí mismo y no tener tiempo para otros; no aceptar el consejo o la corrección de otra persona, etc.

La voluntad de Dios para nuestra vida es que cada día busquemos la humildad y esto significa el reconocimiento, no hay nada más hermoso que un cristiano que reconoce sus errores y pide perdón para poder ser renovado.

Dios quiere que cada uno de nosotros busquemos ser mejores discípulos cada día y que lejos de manejar orgullo o ego en nuestra vida, podamos tener un corazón para aceptar Su enseñanza.