Misionera ayuda a barrio peligroso

“No os amoldéis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestra mente, para que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable y lo perfecto”. Romanos 12:2.

Llevar la palabra de Dios es una tarea complicada y con muchos riesgos, los cuales se incrementan cuando se lleva a territorios peligrosos; sin embargo, con la ayuda del Señor todo es posible.

Así lo demostró la misionera, Guadalupe Hernández, quien logró que muchas vidas fueran transformadas por el mensaje de Cristo, en un barrió ubicado en los alrededores de la Ciudad de México.

Ubicado en el municipio de Los Reyes, donde no hay agua potable ni luz, la pobreza es extrema y abunda el crimen, se levantó una iglesia para ser luz en medio de tanta oscuridad.

De acuerdo con el portal Open Doors, en una oportunidad, Guadalupe encontró a un muchacho dentro de la iglesia tratando de robar. Ella le dijo:: “No hay nada aquí que puedas robar. ¿Qué estás buscando aquí?”. El ladrón le dijo que quería comida, entonces ella respondió que podía quedarse a dormir allí y podían ayudarlo a conseguir un trabajo y a cambio le darían comida. Hoy el muchacho es libre de las drogas y del alcohol. Él regresó a su ciudad natal, Oaxaca, y es un hombre restaurado.

Guadalupe también sirve en una cocina comunitaria para 60 personas al día. En recompensa por su trabajo, las mujeres que laboran en la cocina también reciben comida para ellas y su familia. A través de programas como éste, ella ha ayudado a muchas familias que se encontraban en una situación difícil.

Con la ayuda de la comunidad, la misionera ha podido mantener las calles limpias y ha traído electricidad a algunos lugares públicos y casas. Al ver la oportunidad en todo, ella dice: “La única manera de traer paz al pueblo es salir de las cuatro paredes de la iglesia, alcanzando a las personas y haciendo el trabajo que necesita hacer”.

“Y se humilla mi pueblo, que son llamados por mi nombre, y oran, buscan mi rostro y se convierten de sus malos caminos, entonces, yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra”. 2 Crónicas 7:14.