Perdonar para ser perdonados

El perdón hace referencia a disculpar a alguien que nos ha ofendido.

Redacción, Veracidad News

Proveniente del griego que significa “dejar pasar”, el perdón hace referencia a disculpar a alguien que nos ha ofendido.

Aunque es una de las acciones más complicadas para llevar a cabo, en el libro de Lucas, capítulo 6, versículo 37, el Señor nos dice que debemos hacerlo; “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados”.

De igual manera, en la parábola del esclavo que no mostró misericordia, Yeshúa explicó que si no perdonamos, Dios, tampoco lo hará con nosotros; “Entonces su señor, enojado le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. Así también mi padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano”. Mateo 18:34-35.

También, le dijo a uno de sus discípulos, las veces que debía perdonar a su hermano; “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿Cuántas veces pecará mi hermano contra mí y yo le tendré que perdonar? ¿Hasta siete?. Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”. Mateo 18:22-23.

Esto no quería decir que era el límite de perdonar, sino que si es posible debía hacerlo aun hasta 70 veces 7; el perdón no tienes límites.

Pero no solo se trata de decirlo, el Señor nos ha demostrado que siempre hay que predicar con el ejemplo, como cuando él lo hizo mientras estaba clavado en una cruz de pies y manos, e incluso le pidió a su padre que lo hiciera; “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y se repartieron sus vestidos, echando suertes”. Lucas 23:34.

Todo esto, con el objetivo de que Dios perdone nuestras faltas, es por eso, que nos pide perdonar para que también puedan hacerlo con nosotros; “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro padre os perdonará vuestras ofensas”. Mateo 6:14-15.

Por esta razón examinemos nuestro corazón, miremos si hay rencor, odio o amargura y pidamos a Dios que nos de uno nuevo, con la capacidad y el valor para perdonar al prójimo.

“Y cuando estéis de pie orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas”. Marcos 11:25.