Pablo nos exhorta a no embriagarnos con vino, sino mas bien ser llenos del Espíritu Santo. Pero ¿Qué significa eso? ¿Cómo puede un creyente ser lleno de esta manera? y ¿Cuáles son las evidencias de esa llanura?
“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos des Espíritu” (Efesios 5:18)
A tratar con este asunto es sumamente importante que recordemos que el Espíritu Santo no es una sustancia o una influencia; no se trata de un líquido, sino de una persona. Es la tercera persona de la Trinidad que viene a morar en la vida de todo discípulo desde el instante de la conversión.
Esta promesa es de gran aliento para el que la busca de todo corazón. Dios es quien tomó la iniciativa de llenar a sus hijos con la llanura del Espíritu Santo; El Señor jamás se olvidará de su promesa, pero es necesario buscarlo de verdad y vivir en satidad.
El propósito principal de la llanura del Espíritu es capacitar al discipulo para el servicio cristiano. La promesa más grande dada al creyente fue una promesa hecha por Jesús a sus discipulos antes de su ascensión: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).
El resultado de haber sido lleno con el Espíritu, es poder para servir. Que importante es vivir una vida que constantemente este siendo llena; procuremos siempre estar bajo la dirección del consolador, eso ayudará siempre a mantener vivos los frutos y dones del Espíritu Santo.
